Más allá de la condena judicial, a cuatro años de prisión efectiva por “agresión sexual”, Dani Alves fue sentenciado a nivel social y cultural y los hechos lo demuestran. Durante la última semana, la Policía de la ciudad de Juazeiro en el nordeste de Brasil, recibió la denuncia de diversos actos vandálicos contra una estatua del ex jugador que se encuentra en la plaza del barrio. 

La obra que busca homenajear al que es considerado uno de los deportistas más célebres de la localidad, fue manchada con pintura desde la cabeza hasta el abdomen, y en un acto previo, su cabeza fue cubierta con una bolsa negra y envuelta en cinta adhesiva, en clara señal de protesta.

La condena judicial provocó un intenso debate sobre la permanencia de la estatua, inaugurada en diciembre de 2020, como un símbolo en la ciudad y ha llevado a una fracción de los habitantes de Juazeiro a solicitar su retirada, argumentando que la distinción hacia Alves ahora proyecta una imagen negativa sobre su comunidad.

En respuesta a estas demandas, el ayuntamiento de la ciudad ha anunciado planes para realizar una reunión con el objetivo de discutir la situación. Aunque inicialmente han indicado que esperarán a que la justicia se pronuncie sobre la apelación de la sentencia presentada por la defensa de Alves, la presión pública por llegar a una resolución sigue creciendo.

Cabe recordar que a comienzos de esta semana, el Barcelona que tomó la histórica decisión de quitar a Alves del selecto grupo de “Leyendas” de la institución. Dani Alves formaba parte de una distinguida lista de 102 jugadores históricos que pasaron a la categoría de “leyendas” por parte del Barcelona