(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Cuando el 15 de diciembre de 1995, Jean-Marc Bosman obtuvo la razón del Tribunal de Luxemburgo, sin saberlo, cambió para siempre el mundo del fútbol moderno. Si hoy se pagan €222 millones por un jugador es, en gran parte, por este fenómeno. Si hoy, Europa metió 7 de los últimos 8 finalistas del mundo es, en gran parte, por esto. ¿Pero cómo es posible que los hechos tengan relación?

Recapitulemos: Bosman era un jugador mediocre que militaba en el Standard Lieje de Bélgica. Al finalizar su contrato, el club belga le ofertó un 25% de su salario, esgrimiendo "problemas económicos". Sucede que al mismo tiempo, el Dunkerque francés se fijó en Bosman. El elenco belga pidió cuatro veces lo que había pagado a Bosman. El jugador leyó eso como una "limitación" de su capacidad de trabajo y llevó el caso a la Justicia. Y allí ganó. 

¿Qué ocurrió inmediatamente después? Que los jugadores en Europa fueron capaces de negociar sus propios traspasos a los clubes, una vez concluídos sus contratos vigentes y que en la UE se abolió el límite de extranjeros siempre y cuando sean de la UE. Más allá de ser una medida pro-futbolistas, esto fortaleció (y mucho) al G-10 histórico de Europa, es decir al Real Madrid, el Barcelona, la Juventus, el Milan, el Inter, el Bayern Münich, el Arsenal, el Chelsea, el Manchester United y el Liverpool. ¿Por qué? Porque pudieron armar súper plantillas sin fijarse en ese cupo. Y fue un golpazo a Sudámerica, un golpazo que hoy se nota, por ejemplo, en que sólo la Selección Argentina de Alejandro Sabella logró colarse entre los finalistas del mundo de 2006 a esta parte, un terreno que parece ser para los Europeos.

A lo largo de la historia, Sudámerica suma 9 Copas del Mundo sobre las 20 en disputa: 5 de Brasil, 2 de Argentina y 2 de Uruguay. Europa suma 11 y está a días de contar 12, desglosadas en 4 de Alemania e Italia, 1 de Francia, España e Inglaterra. El dato saliente es que los últimos cuatro Mundiales fueron ganados por Europeos. Es decir, desde que se empezaron a notar, en serio, los efectos de la "ley Bosman", a Sudámerica se le hizo imposible ganar un Mundial: Brasil, en Japón-Corea 2002 (siete años después de la aprobación de la ley) fue el último. 

Claro, Sudámerica es, históricamente, una zona geográfica exportadora, pero esto se agravó cuando en Europa se destruyó el límite de extranjeros en los clubes. Empezaron a ser comunes las figuras de "Pasaporte comunitario" y así, los grandes clubes de este lado del globo fueron vaciándose cada vez más temprano. En cambio, en Europa, las 5 ligas más fuertes (Inglaterra, España, Italia, Alemania y Francia) no paran de nutrirse de jóvenes talentos de este lado del charco. 

Es más, dentro de los cuatro finalistas del Mundial, seguramente, no habrá más que un puñado de equipos representados y, ese puñado, a su vez, será de este G5 de ligas, salvo contadas excepciones. En Suecia, que se medirá ante Inglaterra, en cuartos, ningún jugador juega en la Liga local. En Inglaterra, la cosa es totalmente opuesta: los 23 futbolistas militan en la Premier League. Claro, es la Liga más poderosa del Mundo.

Croacia tiene a dos de sus 23 jugadores jugando en la liga croata. Su rival, Rusia, es la contracara, con 21 de sus 23 elegidos jugando en la Liga Rusa, tal vez tenga que ver que ese país continúa fuera de la Unión Europea. 

¿Y si vamos a la primera semifinal? En Francia, lo más emblemático, es que Kilyan Mbappé, la gran estrella del Mundial tal vez, juega en el PSG local. Pero el resto del gran equipo de Deschamps milita en las otras 4 grandes ligas de Europa. Sobre 23 jugadores, 8 juegan en la Ligue 1. Y en el caso de Bélgica, el otro semifinalista, sólo 1 jugador juega en la liga local. Está clara la concentración de jugadores en tan sólo cinco Ligas, pese a representar a seis países distintos. Y si sumamos a Brasil, Uruguay, Argentina y Colombia a la ecuación la cosa no cambia. La ley Bosman rompió el fútbol para siempre, más porque en Sudámerica sí sigue vigente el cupo para extranjeros y no hay una suerte de "jugador comunitario del Mercosur", lo que hace que sea cada vez más díficil mantener equipos y extender la estadía de jóvenes talentos. 

Es cierto, en Sudámerica también cuesta encontrar proyectos sostenidos. Tal vez la Uruguay de Oscar Tábarez sea la excepción a la regla y la Colombia de José Pekerman también tenga una línea. Sin duda, Brasil y Argentina están lejos de las líneas que viene siguendo el fútbol de Francia, de Bélgica y de Inglaterra. 

La resultante es que, paradójicamente, de los últimos 6 finalistas del Mundial (Italia, Francia, España, Holanda, Alemania) sólo Argentina logró colarse entre los europeos. En Rusia, los finalistas saldrán de Francia, Bélgica, Inglaterra, Suecia, Croacia y la propia selección local. 

Una diferencia cada vez más grande con Sudámerica, que se extenderá a tres Copas del Mundo y que parece, cada vez, más insalvable. En Qatar, el fútbol sudamericano tendrá una nueva chance de volver a repetir viejos tiempos de gloria, será necesario conseguir elaborar proyectos sostenidos en el tiempo, porque las reglas del juego, desde 1995, favorecen a Europa.