Con el proceso de venta ya finalizado y con Todd Boehly como nuevo presidente, el Chelsea encara la ventana de transferencias para lo que viene con muchas tareas pendientes.

Un portavoz del gobierno británico anunció que la sanción al club queda en el olvido: "El cambio de propiedad de hoy marca un nuevo capítulo para el Chelsea en el mejor interés de sus fans, el club y la comunidad futbolística en general. El club ahora ya no está sujeto a las sanciones impuestas a Roman Abramovich, un individuo que ha permitido la invasión brutal y bárbara de Ucrania por parte de Putin" y agregó: "Desde que se impusieron las sanciones a Abramovich el 10 de marzo, hemos trabajado incansablemente para garantizar que el club pueda seguir jugando al fútbol, manteniendo la integridad de nuestro régimen de sanciones. El futuro a largo plazo de Chelsea ahora está asegurado y se han recibido compromisos vinculantes que aseguran que las personas sancionadas no puedan beneficiarse financieramente de la venta. El gobierno retiene el control para garantizar que este sea el caso.

En cuanto a lo económico-deportivo, una gran consecuencia de la parálisis económica del equipo inglés ha sido que durante casi tres meses le congelaron la cuenta durante los tres meses que duró la sanción y por eso no pudo renovar los contratos de jugadores clave y afronta el próximo curso con las bajas seguras de Andreas Christensen y Antonio Rüdiger (firmará con el Real Madrid en los próximos días) entre otros jugadores y por eso, la nueva directiva blue deberá ser ágil y rápida y contarán con más de 200 millones de euros y el primer nombre que aparece en la lista es el de Jules Koundé: el defensa del Sevilla es una vieja aspiración de los blues e invertirán más de 60 millones de euros.

Además, deberán centrarse en retener a N'Golo Kanté, al que le queda un año de contrato y que podría irse este mismo verano. Esa es una de la renovaciones pendientes del Chelsea, además de la de Mason Mount, aunque esta última parece muy encaminada.