¿Cómo ser hincha de un club del cual no tenés ningún lazo socio-afectivo y que está a 10 mil kilómetros de tu casa? ¿Cómo explicarlo? ¿O cómo entenderlo? Muchas veces, la pasión y la locura no tienen razón de ser, y pasa por ahí gran parte del sentimiento hacia el fútbol de la mayoría de los habitantes de la Tierra, más allá de los colores.

Mi primera imagen con el Real Madrid es viendo resúmenes de goles en los canales de televisión deportivos, con 5 o 6 años, en el que me imaginaba la atmósfera de ese estadio impresionante que luego sabría que se llama Santiago Bernabéu. El color blanco inmaculado, la necesidad -y obstinación absoluta- con la victoria me acercó aún más.

Pero en el año 1999, mis padres, José y Jorgelina, me compraron la PlayStation 1, y con la fascinación de poder jugar sin ningún tipo de prejuicios a todas las entregas (aunque nunca me interesaron otros que no sean los de fútbol), me permitía cumplir "mi sueño" de jugar con el 'Merengue': Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos, McManaman, Guti, Raúl, Morientes eran los ídolos que uno admiraba por TV y que cada tanto enganchaba en algún partido en vivo y que ahora podía "dirigirlos" de manera virtual. 

Y con el paso del tiempo, uno empieza a entender de qué va La Liga de España, con el Barcelona peleando por entrar a una UEFA y el Real por campeonar o ganando la 8va Champions League. Y ante un Atlético que era el rival de "barrio" y al que siempre se le ganaba. En Europa, el respeto absoluto. Y en ese sentimiento que empezaba a arraigarse, imaginen la cabeza de un nene de 11 años que veía a todos los cracks con los que jugaba en la Play Station en un mismo equipo...¡en su equipo! Ronaldo, Raúl, Figo, Zidane, Beckham, Owen, Roberto Carlos, Casillas, y podían seguir las firmas...

A decir verdad, el palmarés blanco en esa época no se trató de una cosa impresionante ni mucho menos. Tuvo grandes nombres, pero pocas alegrías dada la calidad del plantel. Pero aún así, se consiguieron siete títulos en seis años, incluida la novena Champions que tanto se presume gracias a ese golazo de volea de zurda de (escribo estas breves letras de pie) Zinedine Zidane (ya estoy sentado nuevamente) ante el Bayern Leverkusen.

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Iker Casillas; Michel Salgado, Iván Helguera, Fernando Pavón, Roberto Carlos; David Beckham, Zinedine Zidane, Luis Figo, Guti; Raúl y Ronaldo, todavía escribo esa formación de memoria, como si se tratara de algún icónico equipo argentino que fue campeón.

El tiempo pasó y la masividad de ese equipo hizo que los partidos llegaran cada vez con mayor frecuencia a la Argentina. Yo buscaba cuándo jugaba para organizar mis tardes de fin de semana en consecuencia, con el fin de estar firme ante el televisor observando al Real Madrid -y eso que la primera camiseta la tuve recién por el año 2012, con 20 años de edad-.

Seguramente si estás leyendo estas líneas te preguntás por qué seguí siendo del Real ante la irrupción en el mundo del fútbol de Lionel Andrés Messi Cuccittini, y la respuesta es clara: porque me considero 'messista', pero ni por asomo del FC Barcelona. Nunca. Jamás. Solo admiración ante su competitividad, pero siempre del lado de la Plaza de la Cibeles.

Con la llegada de Cristiano Ronaldo en aquel inolvidable 2009, donde fue el summum de madridismo -y eso que se sufrió bastante hasta conseguir la ansiadísima Décima Copa de Europa-, confieso que me volví mucho más fanático. Y aquella final en Lisboa ante el Atlético del Cholo Simeone me marcó a fuego: aún recuerdo a Sergio Ramos elevarse y marcar el empate en el epílogo para después golear. Y lo grité con furia. Recuerdo cerrar los puños y aturdir a todos en mi casa con aquel estruendo. El 4-1 final y todo lo que se generó en ese duelo decisivo, con lo que ansiaba la Décima el madridismo, me hizo entender, aún a 10 mil kilómetros, de qué va este club. 

Karim Benzema, héroe total, jugador absoluto y líder para la historia de este club, al que no le cambian 13 o 14 Copas de Europa, seguirá siendo la institución más grande del mundo por siempre. Real Madrid significa para este periodista una pasión que trasciende resultados y fronteras.