La delegación nacional retorna a nuestro país con nueve medallas (cinco platas y cuatro bronces) y 32 diplomas,  la mejor actuación de los últimos 25 años, después de Atlanta 1996. Enorme producción de Argentina, que participó con un total de 57 deportistas y obtuvo una media de una presea cada 6,33 atletas.

El compromiso y el corazón dejaron de lado, por un momento, el desfinanciamiento del Enard, la (no) derogación del decreto 92/2019 por parte del Gobierno Nacional, una cuarentena extensa y la falta de inversión del deporte en Argentina.

Un punto clave y no menor es la federalización que ha tenido la delegación, con integrantes de diversos puntos de nuestro país, lo que marca la descentralización del deporte, o por lo menos, ese es el horizonte. Y hacia allá debemos ir. 

Asimismo, otro de las artistas que nos dejan estos Juegos, para analizar, es el futuro (y el presente) del deporte adaptado. Alexis Chávez es el medallista más joven, con apenas 19 años. A su vez, Brian Impellizieri, con 23, también es parte del medallero. Antonella Ruiz Díaz, con apenas 24 años, se destacó por sobre el resto y alcanzó un bronce. Hernán Urra, en lanzamiento de bala, nació en 1996 y cumplirá, el próximo mes de octubre, sus 25 años. 

LA IMPORTANCIA DE LA FINANCIACIÓN

Desde que el deporte albiceleste tiene memoria, el deporte argentino siempre necesitó de un esfuerzo para compensar las desigualdades económicas con el primer mundo. Además, la administración de la pobreza fue siempre una constante, tanto en recursos para garantizar las condiciones mínimas de los atletas, como infraestructura y dinero para solventar competencias, giras y concentraciones fue moneda corriente para competencias globales como unos Juegos Olímpicos o un Sudamericano junior de canotaje.

La Ley N° 26.573, sancionada el 2 de diciembre de 2009 durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, que determinó la creación del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), cambió radicalmente este escenario y, durante ocho años, marcó un quiebre en este axioma que condicionó y determinó el deporte argentino.

Hablar con deportistas pre y post Enard alcanza y sobra para entender y comprender lo que generó este ente que nació para solventar algo tan básico como un sueldo de un atleta de alto rendimiento y garantizar su competitividad en proyectos a corto, mediano y largo plazo.

¿Qué sucedió entonces? En noviembre de 2017 hubo un atentado contra la autarquía del Enard y su autofinanciamiento con el 1% de la facturación de la telefonía móvil. En los recortes planteados por el entonces Ministro de Economía, Nicolás Dujovne, del Gobierno de Mauricio Macri volvió a aparecer la dicotomía que parecía desterrada y el deporte dejaba de ser una inversión para transformarse en gasto.

Tan cierto es esta génesis del epílogo como que el nuevo gobierno de Alberto Fernández no modificó esta estructura heredada (ya que aún, el decreto 92/2019 sigue en vigencia) y permitió que este desangre del deporte de elite argentino continuara en la recta final de la preparación para los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Antonella Ruiz Díaz fue tercera en la final del lanzamiento de bala F41 con un registro de 9.50 metros, el mejor de su vida deportiva. 

Yanina Martínez ganó el bronce en la final de los 200 metros T36 (30.96). 

Brian Impellizzeri logró la de plata en el salto en largo T37 (6.44m).

Pipo Carlomagno obtuvo el segundo lugar en la final de los 100 metros espalda S7 de natación con tiempo de 1:08.83. 

Hernán Urra consiguió la medalla de plata en lanzamiento de bala categoría F35 con un lanzamiento de 15.90 metros. 

Matías De Andrade, con una marca de 1:15.40, se quedó con la de plata en natación en la categoría 100 metros espalda S6. 

Juan Samorano se subió al último lugar del podio en taekwondo en la categoría K44 75 kg al vencer al kazajo Nurlan Dombayev. 

Alexis Chávez, por su parte, se adjudicó el bronce en los 100 metros en la categoría T36.

Finalmente, la selección argentina para ciegos, más conocida como los Murciélagos se adjudicó la medalla de plata, tras caer por 1-0 en la final frente a Brasil. 

De esta manera, el balance de nueve medallas (cinco platas y cuatro bronces), más los treinta y dos diplomas paralímpicos son sólo una foto de una película que tiene a los deportistas argentinos, nuevamente, como actores protagonistas con la épica y el orgullo como armas principales para una batalla que fue desigual.

Aún estamos a tiempo de revertirlo, el camino continúa. La próxima parada, previo a París 2024, son los Juegos Parapanamericanos 2023 (Santiago de Chile). De una vez y para siempre, el Estado debe tomar cartas en el asunto y tener al deporte como prioridad en Argentina.