Luis Escobedo nació en Santiago del Estero, pero se crió en Budge, Buenos Aires. Su padre le transmitió el amor por el fútbol desde muy y lo llevó a todos los partidos que podía. Tras una prueba, quedó en Los Andes como lateral derecho y allí hizo todas las divisiones inferiores. Sin embargo, en 1981 lo llamaron para alistarse en la colimba y, de ahí en más, su vida cambió para siempre.

En ese entonces, las tensiones diplomáticas con Gran Bretaña crecían a gran escala. Y en un acto verdaderamente criminal y suicida, el presidente de Facto, Leopoldo Fortunato Galtieri, anunció la incursión militar de las Fuerzas Armadas argentinas y el pie para que inicie una guerra de gran escala con la poderosa Gran Bretaña.

En marzo del 82, un mes antes de la llegada de Argentina al archipiélago, a Escobedo le dan la baja y volvió a entrenarse con el 'Mil Rayitas'. 25 días de su regreso, tras un partido ante San Lorenzo, se puso a leer el diario y se enteró que su compañía estaba acuartelada. Luego de eso, volvió a ser citado para el combate. Desde ahí no volvió más a su casa, no tuvo cómo avisarle a su familia y, el jueves 15 de abril, pisó las Islas Malvinas por primera vez.

Escobedo, el primero desde la izquierda, festeja un gol de Los Andes en un recordado clásico en cancha de Banfield en 1985.
Escobedo, el primero desde la izquierda, festeja un gol de Los Andes en un recordado clásico en cancha de Banfield en 1985.

Escobedo vivió un calvario antes, durante y después de Malvinas. Dice ser un "privilegiado" por no haber estado en la primera línea de combate, pero también se pregunta porqué no fue al frente para entregar la vida por sus compañeros.

El ex combatiente y futbolista, 40 años después, recuerda aquel hecho con tanto heroísmo como con incertidumbre. Al igual que muchos ex soldados, se sienten olvidados por el paso del tiempo y denuncian no ser reconocidos por la dirigencia política de todos los colores partidarios.

Comienzos de los 90: Escobedo antes de un partido en Vélez.
Comienzos de los 90: Escobedo antes de un partido en Vélez.

"Muchos políticos están sentados en una banca y son millonarios por la muerte de muchos pibes que murieron en Malvinas, porque por eso volvió la democracia. Ese es mi pensamiento y no tengo problemas en decir que así como nos enviaron a la guerra unos militares hijos de puta, también hay políticos que nos ponen en esa línea, y la verdad que nada que ver", relata con mucho enojo.

Doble Amarilla: ¿Cómo vive este día tan especial?

Luis Escobedo: Del lado de los veteranos se vive de una manera particular, pero en lo que a mi respecta lo vivo demasiado tranquilo, junto a mi familia. Tengo muchos llamados, porque se vincula al fútbol con Malvinas y en ese sentido atiendo los pedidos de la prensa, porque es la única manera de mi parte de reinvindicar un poco lo de Malvinas. Para ser honesto, después en el transcurso del año queda un poco olvidado, y más en este contexto político de Argentina donde decir “la guerra de Malvinas” mucho no tiene sentido comparado con otras fechas.

DA: ¿Lo salvo el fútbol a usted?

LE: Si claro, porque lo principal es que mi cabeza pasó para otro lado. Yo no vine bien psicológicamente, pero con el paso del tiempo uno llegó a ordenarse, ser una persona pública y poder tener un trabajo. Me siento un privilegiado por haber jugado al fútbol después de Malvinas casi hasta los 40 años, eso me ayudó mucho. Un vestuario de fútbol es incomparable, trabajas en grupo, jugas con 60 mil personas y eso te hace cambiar y olvidar muchas cosas.

Belgrano, 1987: Final por el ascenso a Primera. Escobedo está arriba a la izquierda.
Belgrano, 1987: Final por el ascenso a Primera. Escobedo está arriba a la izquierda.

DA: ¿Imagina que hubiese pasado si no jugaba al fútbol?

LE: Es una pregunta que me hago mucho, porque aún en Malvinas estaba pendiente de eso, entonces todo me lleva al fútbol. No me imagino no haber sido futbolista y no sé qué hubiera sido, menos mal que lo tuve. Lo había abandonado cuando volví de allá y lo retomé un día que mi viejo me llevó a ver Los Andes con San Lorenzo y ahí me picó el bichito; a los 15 días de entrenar llegué a jugar en Primera en un momento en que lo necesitaba mucho y se dio todo por suerte. Ese vestuario de Los Andes me ayudó mucho para tener una conducta y una personalidad con lo que fui en el fútbol después.

DA: Entonces hablamos de otro caso que demuestra que el fútbol es más que 11 contra 11 atrás de una pelota...

LE: Pfff, ni hablar de eso. Hubo muchos suicidios cuando volvimos de Malvinas por pibes que tomaron esa decisión por no encontrar su lugar en la sociedad, que no estuvo muy informada y no tiene conciencia de lo que pasamos. Hoy todos los noticieros hablan de Ucrania y Rusia, pero te aseguro que nosotros la pasamos peor, éramos pibes que no sabíamos disparar, vivíamos en pozos, moríamos de frío y enfrentábamos a un enemigo de mucho potencial como Inglaterra. Nos bombardeaban todo y no tenemos conciencia, Argentina no tiene conciencia pero no es la sociedad, es la clase política de mierda que tenemos que en general no le interesa nada de todo eso.

Una foto que parece ser una figurita durante su paso por Los Andes.
Una foto que parece ser una figurita durante su paso por Los Andes.

DA: ¿Creyó en algún momento que no volvía?

LE: Jamás me puse a pensar eso, sinceramente. Una vez me iban a mandar a Darwin y estuve desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde arriba de un camión y no salía, entonces después dijeron que la final no vayamos. Esa noche atacaron justo ahí y hubo muchos muertos, así que mirá lo que es el destino, pero no recuerdo jamás haber pensado que no iba a volver. Lo que sí tengo es una carta hacia mi familia medio como de despedida, eso es lo único que tenía por las dudas. A mí me cuidaban, me decían “negro, vos no hagas tal cosa”. Allá no había celulares, no había tecnología y entonces capaz había que tirar los cables 10 o 15 kilómetros de una punta donde estaba el teléfono hasta la primera línea de batalla y había que cruzar ríos y te cagaban a bombazos, pero a mí los vagos me decían “vos cuidate, porque sos futbolista”, así que imaginate lo agradecido que soy de esa gente.

DA: ¿Cómo fue volver a Malvinas unos años después?

LE: La verdad que tenía miedo de ir, porque muchos que fueron los primeros años que se pudo ir volvieron mal, entonces me daba miedo, porque encima yo estaba bien jugando al fútbol y no quería hacerme mal. Un día un compañero me dice: “Luis a mí en Malvinas me estaquearon y quiero ir a donde me hicieron eso, pero no quiero ir solo”. Y yo le respondí: “Yo tampoco tengo ganas de ir, pero ¿tomamos coraje y vamos?”. Y cuando fuimos, la verdad que reviví muchos momentos que me hicieron vivir bastante mal, porque otra vez volví a tomar conciencia de lo que habíamos pasado y no podía creer todo lo que vivimos con 19 años. Las distancias no eran las mismas, las cosas ocurrieron muy cerca y yo recordaba que habían sido más lejos. Era saber qué pasó en cada lugar y pensar “que hijos de puta, los que armaron la guerra estaban sentados en un sillón y un escritorio y nosotros estábamos acá”.

DA: ¿Cómo lo vive eso como veterano? ¿Cree que hay un poco de injusticia?

LE: No de parte de la sociedad, sino de la clase política. Que los últimos presidentes no vayan a un acto o no hagan algo para homenajear a los soldados de Malvinas habla por si solo, porque hace poco tuvimos miles y miles de personas en las calles. Y para esta fecha, ¿cuántos crees que van a haber? Muchos políticos están sentados en una banca y son millonarios por la muerte de muchos pibes que murieron en Malvinas, porque por eso volvió la democracia. Ese es mi pensamiento y no tengo problemas en decir que así como nos enviaron a la guerra unos militares hijos de puta, también hay políticos hijos de puta que nos ponen en esa línea y la verdad que nada que ver.

DA: ¿Y sabe si ha habido algún intento de acercamiento en ese sentido con la clase política?

LE: Mirá, estamos peleando para que soldados que estuvieron acá en el Continente no los llamen veteranos de guerra de Malvinas, porque no fueron a la guerra, entonces mucho no nos queremos meter. Eso es una cuestión política que tienen que arreglar ellos y hace poco hubo una marcha, porque el PAMI, que es nuestra obra social, no nos atiende. Muchos veteranos mueren, pero esto no es solamente de ahora, pasa que está peor en la actualidad. Jamás hay que olvidarse que cuando nosotros llegamos, estuvimos abandonados 10 años en todo sentido.

DA: ¿Cuándo le cayó la ficha de sentirse un “afortunado” como lo dijo usted? ¿Cuándo volvió allá?

LE: Cuando yo volví, me insulté a mí mismo y me dije “¿por qué yo no pude estar ahí también con ellos, en la primera linea de batalla?”. Llegué con mucha bronca, porque no comprendía porqué no estuvimos todos ahí adelante. Uno estando allá ya quería que pase todo, y cuando volví, pensaba: “Si eran 300 o 400, ¿por qué no fueron 1000?”, porque allá se escuchaban los bombazos, los gritos y pensaba cómo no podíamos ir a ayudar, son locuras que uno se pone en la cabeza después de todo lo que pasó.

DA: ¿Cuál fue el peor momento del día en la guerra? ¿La mañana, la tarde o la noche?

LE: Eran diversos, porque vos estabas ahí y no sabías cuándo te podía tocar un bombazo, o había días que por ahí tenías comida y otros que no. Yo en Malvinas me bañé una sola vez con agua caliente. Era un clima muy hóstil, porque empazaba a nevar y nosotros teníamos una sola muda de ropa y había viento y lluvia. Se nos mojaba y era terrible eso sumado, a no tener comida. Y eso que yo estaba en la entrada en la ciudad, entonces yo siempre digo que no sé si la palabra es “privilegiado”, pero sí dejame decirte que tuve mucha suerte.