El Superclásico del fútbol argentino tuvo un balance que dejó a un River de Demichelis con una primera victoria a nivel magistral por la relevancia del eterno rival y porque permite levantarse tras el duro golpe ante Fluminense en el Maracaná, y un Boca de Almirón que vendió su derrota con enjundia y volvió a transitar la delgada línea de la actitud y entrega con excesos.  

El triunfo del superclásico deja a River con un paso anímico y numérico muy importante para lograr el título en el torneo doméstico que ahora lo tiene a nueve puntos de su escolta San Lorenzo y que, además, le permite recuperarse del duro golpe sufrido el martes pasado en Río de Janeiro por Copa Libertadores.

El cimbronazo de la caída ante Fluminense en línea con la derrota en La Paz ante The Strongest dejaba al ‘Millonario’ con la necesidad imperiosa de dar la cara y sumar un triunfo ante el clásico rival frente a más de 83 mil hinchas en el Monumental.

Y así lo hizo el equipo de Demichelis que por eso festejó a lo grande y durante más de diez minutos la victoria ante Boca en el último minuto con el gol de Miguel Borja.

La tranquilidad que supone esta alegría ante Boca es mucho más que tres puntos o una semana de festejos superclásicos: es comenzar a construir una épica alrededor de la era Demichelis y saldar una deuda pendiente del último año de la era Gallardo ante el rival de toda la vida.

Además, en lo estrictamente deportivo, el ‘Millonario’ volvió a ganar con su decimosegundo éxito en el torneo local que le permite ratificar su camino hacia el título local para como mínimo mantener la ventaja sobre su escolta San Lorenzo y el resto de los perseguidores.

Para Boca esta derrota no modifica su tendencia en baja en el torneo local donde suma cinco victorias, tres empates y siete derrotas con 18 puntos a diecinueve de River en un certamen del que se despidió definitivamente apenas pasado el Ecuador del mismo.

El envión anímico de las victorias ante Racing en la Bombonera y Colo Colo en Santiago de Chile encontró un ‘stop’ furibundo en el Monumental pero permitirá reacomodar definitivamente las prioridades de este primer semestre: clasificar primero en el grupo de la Copa Libertadores y seguir en carrera en la Copa Argentina, utilizando el torneo local como escenario de rotación.

Otra lección que dejó el Superclásico es que la marca registrada de entrega, fiereza y jugar con el ‘cuchillo entre los dientes’ es un arma de doble filo que puede derivar en escenas dantescas como el final de esta edición del Superclásico con dos planteles enfrentados.

En todos los partidos de la era Almirón la enjundia de jugar cada pelota como la última deja a los jugadores ‘xeneizes' en estado de crispación y al borde de eventuales tarjetas amarillas o rojas. Encontrar un equilibrio se vuelve necesario y trascendental porque orto episodio como el bochornoso final ante River en Copa Libertadores puede dejarte sin revancha y con las manos vacías en este 2023.

Una pregunta final: ¿Como sucedió tras el Trofeo de Campeones 2022 y la Supercopa Internacional con Racing, este Superclásico en el Monumental vuelve inviable la disputa de las dos finales pendientes de Boca ante River por el Trofeo de Campeones 2020 y la Supercopa 2021?