Hace tiempo que Australia ya no es lo que mostraba, esa selección con poco desarrollo y que tenía al fútbol relegado por detrás de otros deportes. El cambio a las eliminatorias asiáticas fue el principio de esta gran mutación del equipo para empezar a desarrollar este camino que hoy lo tiene en octavos de final, eliminando a Dinamarca que a priori sería la revelación para muchos, incluso para quien escribe estas líneas. 

Si bien es cierto que por momentos es un equipo bastante predecible atascando por fuera y sólo apostando a tirar centros, Mathew Leckie y Craig Goodwin, sus dos extremos, son de lo más peligroso que muestran a la hora de atacar. 

Suele atacar de forma directa, ya que no tiene tanto juego de construcción colectiva pero muestra en Aaron Mooy el jugador más interesante con la pelota en los pies, siendo el primer pase claro a la hora de verticalizar y buscar el arco rival. 

Si bien tiene centrales altos (Harry Souttar mide 1,98) no son bueno defendiendo pelotas aéreas y de hecho, en fase de grupos ha sufrido goles por esa vía. Irvine es el otro volante central y es más de marca, no acompaña tanto en la gestación y por eso depende mucho de lo que Mooy pueda generar, por lo que será clave que Argentina presione rápido en esa zona. 

Mitchell Duke es el delantero de referencia en el area, con mucho y buen movimiento pero poco técnico. Mide 1,86 y será importante estar atentos a la gran cantidad de centros que el equipo oceanico tirará cada vez que pueda. 

Australia utiliza un 4-4-2 o por momentos 4-1-4-1 que contra nuestra selección tranquílame podrá transformarse en un 5-4-1, dado que defienden de manera muy similar a Polonia, con líneas muy retrasadas pero con un poco más de despliegue físico.

Así está planteado el partido, por eso será clave para Argentina poder romper el cerrojo lo más rápido posible y liberarse para poder jugar como nos tiene acostumbrados.