Los partidos se juegan y se sienten. El fútbol es técnico, táctico, físico y emocional. Ante un examen clave, ninguna pata puede estar floja. Argentina se enfrentará a Nigeria con desafíos múltiples y el crecimiento espiritual será clave para confiar en las cualidades de cada uno, para ser solidario con el compañero, para reforzar la estructura colectiva tanto para defender como para crear, para dar ese esfuerzo que está detrás de la piel esperando a estallar. Todo se enlaza. Todo refuerza a un equipo y si mejora el equipo, mejoran las individualidades. Dentro de ese contexto, la estrategia brindará el ropaje necesario. Y ese abrigo tiene que tener mudas, porque el otro gran desafío es encarar un partido de estas características con planes alternativos al inicial para no morir por fundamentalismo y caprichos, así que vamos a desmenuzar y argumentar cuáles son, para nosotros (lo que no quiere decir que sean la verdad plena,) los factores que pueden beneficiar y perjudicar a Argentina.

1. La ingenuidad del rival. Más allá de la experiencia recolectada por sus principales figuras en ligas de primer nivel, Nigeria mantiene la ingenuidad característica de los seleccionados africanos. Sube la nota en la materia si el rival apuesta a un juego estacionado, pero se descontrola si los mediocampistas rivales llegan por sorpresa y los delanteros no dan punto de referencia permanente. Su última línea suele seguir a la pelota en lugar del atacante y la frecuencia en la que se logra visibilizar a dos nigerianos luchando por el mismo balón mientras la espalda de uno de ello se gana fácil es bastante alta. Si el rival juega con dos puntas, caen más de una vez en tratar de anticipar al mismo. Será fundamental que Banega y Enzo Pérez se comprometan con la definición de las jugadas al jugar con un solo punta definido, que Di María sea opción al espacio cuando Messi encare por el centro del campo y sepa cerrarse cuando la jugada se construye del otro lado y que Tagliafico alterne pasarle por la espalda al actual jugador del PSG y desembocar como segundo nueve “a lo Sorin” para llenar el área rival ante un desborde.

2. El monstruo se despierta fácil. Así como Nigeria es ingenuo, también puede pasar de Mary Poppins al Increíble Hulk en un par de minutos. El gol a favor lo transforma. Se libera, se la cree, se vuelve imprevisible. Sus jugadores creen en sus capacidades e intuyen. La intuición es un arma notable cuando la confianza está plena. Esa confianza en lo que puede suceder si creen en ellos refuerza al plan estratégico. Les da la cuota de libertad necesaria que cualquier diseño táctico debe tener en su kit de herramientas. Argentina es un equipo de mandíbula frágil y corazón triste. Un golpe pleno y a dormir la siesta más allá del pitazo final. Si sucede, será una prueba de reacción que, de superarla, le servirá a la selección de Sampaoli más allá de lo que podamos imaginar.

3. La fuerza aérea. Argentina tendrá en campo a 5 futbolistas capaces de convivir con el gol a partir de la pelota parada. Mercado tiene cabezazo y un sexto sentido para el rebote en el área rival. Otamendi, si bien no tiene tanta pericia para finalizar, suele anticipar a sus rivales cuando la pelota va entre el primer palo y el punto penal. Rojo tiene buena elevación y saca ventajas si la pelota se va abriendo, y Tagliafico reconoce espacios. O sea, Argentina puede apostar a diferentes variantes a distintas alturas del área rival. A ellos hay que sumar a Higuaín, que aprovecha muy bien el primer desvío que hace un compañero y facturar por el segundo palo. Nigeria, como se detalló, se distrae fácil cuando el rival acude a movimientos sin pelota en la dinámica del juego y a cortinas en jugadas de pizarrón. Suelen agruparse y desconcentrarse. Acumulan sin marcar. Su arquero tampoco es garantía de confianza.

4. Previsibilidad. Por el contrario a lo que opina la mayoría, si Argentina apuesta a posesiones extensas, sin cambio de ritmo, le seguirá jugando un pleno a Messi en lugar de alimentarlo. Lo que necesita Leo es movilidad de sus compañeros y opciones de pase por delante. Nadie habla del golpe por golpe a lo kamikaze, pero un juego estacionado reforzará el sistema defensivo de Nigeria, ya que a una estructura que no es granítica le conviene que el rival desarrolle un juego pausado para identificar sectores de presión o descubiertos. Nigeria es un equipo de alta resistencia física que compensa algunas de sus fallas con vitalidad. Pasar la línea de la pelota les resultará más simple si Argentina traslada en exceso, no rompe líneas y recurre sistemáticamente al pase al pie. Si Nigeria impone un diseño más cauteloso, Argentina no debe confundir poner gente en campo rival al inicio de las jugadas con ser más ofensivo. Si los laterales se incorporan al mismo tiempo a terreno contrario, y por delante de la línea de pase, el equipo deberá ser extremadamente preciso. De lo contrario, perderá sorpresa ante un equipo que no la tolera y se expondrá a la contra de un conjunto que hace de la velocidad su principal vitamina. 

5. Musa. El hombre que le dio oxígeno a Argentina puede sacárselo sin haberlo anunciado durante el trámite. Musa no precisa que los busquen permanentemente. Sabe construir su propia jugada. La distancia entre Mercado y Enzo Pérez será clave porque en ese espacio edifica su escondite. Otro movimiento a realizar, siempre y cuando la distribución eje de Argentina sea un 4-4-2, es que Mascherano pueda auxiliar esa zona y Banega tome a Mikel en el eje. El ex jugador de Barcelona también puede reforzar la zona central entre Otamendi y Rojo. En cualquier caso, Argentina debe ser corto entre líneas y poner un hombre de frente a Moses, Mikel y Musa y obligarlos, tanto como sea posible, a que reciban de espaldas. Saber que Etebo es importante sin pelota también será indispensable.

6. Respaldo Físico. Nigeria lo tiene en su naturaleza. Argentina no solo es un equipo lento, sino que el reloj se transformará en un lastre si el contexto es negativo. La mayoría de los jugadores de campo están cerca de o superan los 30 años. Los que tienen cambio de ritmo,como Di María, también arrastran un historial de lesiones en momentos decisivos. Tagliafico baja el promedio. Cartas como Pavón y Acuña pueden ser claves en el complemento. Los nervios son un impuesto carísimo que bajan su incidencia si se establecieron planes alternativos, conceptuales y de nombres. Reaccionar a tiempo será fundamental. Guardar energías para el final puede ser un arma de doble filo ante la importancia que puede llegar a imponer la diferencia de gol.

7. Recambio. Agüero por jerarquía, Pavón por velocidad, Acuña por capacidad para centrar, Lo Celso para desprenderse y conectar con Messi, Dybala por peso propio, pero detrás de Messi para no atarlo a sus movimientos, sino para alimentarlo. Argentina tiene muchas variantes ante escenarios complicados. Puede recurrir a lo que desde aquí se cree lógico y apostar al tridente Messi-Agüero-Higuaín por empatía, antecedentes, relación con el gol, experiencia y variantes, puede abrir la cancha a pierna cambiada con Pavón y Di María o Messi para jugar con el engaño con los laterales y buscar el remate mientras llena el área con Higuaín y Agüero, puede jugarse a la sociedad Dybala-Higuaín y permitir que Messi juegue uno contra uno sobre el sector derecho. Cualquiera sea el caso, lo fundamental será reconocer el cuadro sin que el cronómetro ahogue o la despierte un gol rival o uno de Islandia. Nigeria tiene menos variantes. Iwobi es la única con sello de primera calidad.

8. Experiencia. A Argentina le sobra. Erosionada por no festejar en las finales, pero la tiene. Armani debutará en una Copa del Mundo. Los realmente buenos se crecen ante este tipo de oportunidades. Será fundamental que hable con la última línea y que no quiera ser lo que no es. Si el contexto permite jugar en corto, se juega. Si advierte que lo mejor es pasarla al otro campo e ir a la segunda jugada, perfecto. El fundamentalismo pavote no sirve para ninguna escenografía, mucho menos en un Mundial. Para el resto, sería muy tonto volver a tropezar con las mismas piedras a esta altura. Saber que las tarjetas pueden ser fundamentales debe estar presente para no cometer faltas tontas.

9. Gol. Nigeria lo encuentra fácil después de desatar el primer nudo, pero no tiene muchas más alternativas confiables que Musa y el punta que le toque jugar. Si no conviven Iheanacho e Iwobi, su menú es bastante pobre. Moses y Mikel aportan velocidad por derecha y control en el eje, respectivamente, pero no suelen llegar al área rival salvo que el adversario quede muy mal parado. Argentina tampoco tiene demasiado gol en su equipo titular. Será vital que los volantes pisen el área y maximizar las oportunidades en pelota parada. Sería saludable que se amague en los centros o se busque abrir la pelota antes del intento directo: manejar variantes. Acumular delanteros no es ser más ofensivo, pero Agüero e Higuaín, juntos, y más Messi y Di María, son los responsables de los mejores partidos de Argentina desde 2013 a la fecha y del más alto promedio de gol sobre sistema táctico empleado.

10. La rebeldía y la falsa rebeldía. La rebeldía, es esencialmente, confiar en uno mismo ante la adversidad y el qué dicen y el qué dirán. En un deporte de equipo significa creer en todos cuando se ataca y desconfiar de todos cuando se defiende. Saber que el compañero se puede equivocar para ayudarlo, saber que puede crear para estar atento y comprometerse con la definición de la jugada. Es eso, el compromiso, lo que lleva a subir el nivel de concentración. Y es estar concentrado lo que permitirá idenfiticar si lo planteado por el entrenador no resulta, no hay planes alternativos y actuar por cuentra propia si no llegan respuestas e ideas desde el banco. En una era de jugadores sometidos a lo que se grita desde la línea de cal, casi hasta el absurdo de volver una ciencia exacta a cada jugada, ser rebelde a la rigidez no es una falta de respeto, sino un recurso que no debe ser mal visto por egos, vanidades, etc.

Se viene un partido de fútbol muy importante cuyo resultado no debe modificar ni el ánimo popular de una sociedad, ni las convicciones periodísticas, ni el diagnóstico de que el fútbol argentino necesita una reestructuración plena en todos sus vértices: fútbol juvenil, sistemas de competencia, federalismo, arbitrajes, ideas, selección local y la lista es interminable. Un resultado, en el fútbol, no siempre es garantía de un buen o mal trabajo, porque el fútbol está sujeto a imponderables y también es hermoso por eso, pero un mal trabajo casi siempre es garantía de un mal resultado. Que el fútbol argentino vuelva a ser causal y no casual.