(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Alejandro Domínguez no está tranquilo. Cuentan en Paraguay que siguió muy atento las declaraciones de Alejandro Burzaco en la Corte de Nueva York y tembló cuando el ex CEO de Torneos deslizó su nombre al relatar las coimas que cobraba su antecesor Angel Napout. Ademas, empezó a sentir que las decisiones erróneas, como la demora en la ruptura del contrato con la investigada empresa DATISA. S.A. (mix entre Torneos, Traffic y Full Play) empezaron a salpicar su intento de imponerse como una gestión intachable.

En este contexto, hoy puede verse a un Alejandro Domínguez un tanto más débil que meses atrás, aunque es cierto que cuenta con un aliado clave: el presidente de FIFA, Gianni Infantino. Sin embargo, en el Consejo de CONMEBOL empiezan a surgir cada vez más voces que, por lo bajo, cuestionan ciertos actos del paraguayo y hacen crujir la calma política que reina en el ente sudamericano. En Uruguay trinaron con la autoinclusión de Paraguay en la organización del Mundial 2030. La medida pergeñada a escondidas por Cartés-Domínguez y avalada por Mauricio Macri casi termina en un conflicto diplomático trinacional.  

El problema para Domínguez es que la disconformidad mayor llega desde la Argentina, un aliado fundamental para su gobierno y eso le despierta temor. El paraguayo sabe que uno de los hombres más fuertes y con poder de daño es Daniel Angelici. Ambos tienen una pelea histórica que parecía empezar a cerrarse. Pero ni las últimas visitas del paraguayo a la Argentina, que incluyeron hasta un asado en Estilo Ocampo, lograron cerrar esa grieta. Cerca del Tano cuentan que su próximo objetivo es ser presidente de CONMEBOL. Es sabido que dejará de ser presidente de Boca a fines de 2019, pero que pese a sus amagues no piensa correrse del fútbol y el sillón sudamericano es lo que más lo tienta. El trofeo sería doble si encima incluye desbancar a Domínguez. 

La relación con River siempre fue buena, pero empezó a sufrir un engelamiento luego de las semifinales de la Copa Libertadores y la polémica actuación del VAR. A la dirigencia del club hay cosas que aún no le cierran, pese a que intentan dar rápidamente vuelta la página. Obviamente lo peor para River sería tener a Angelici al mando de la CONMEBOL, pero tampoco confían ciegamente en Domínguez. Hoy en D’Onofrio no hay ninguna vocación por ese sillón, pero si hay temor en Domínguez a que el presidente de River no le juegue a favor.

Desde que asumió, Tapia cursó una buena relación con el mandamás sudamericano. El presidente de AFA sabía que uno de los puntos clave para emparedares era recuperar la relación y peso de la Argentina en CONMEBOL. Se sucedieron las reuniones y las promesas de Domínguez. Ocho meses después esas promesas siguen en “veremos”. Uno de los pedidos hechos desde Viamonte fue la remoción de los cargos que ocupan en el ente sudamericano de Ricardo Gil Lavedra (Comisión de Disciplina), Natalia Simeone (Etica) y Orlando Salvestrini (Gobernanza y Transparencia). El reclamo es lógico: fueron nombrados por la Comisión Normalizadora y no por la actual gestión y Tapia quiere ahi gente de su confianza.

Los descontentos del presidente de AFA, Boca y River, son un verdadero problema para Domínguez que teme que un avance de Argentina en CONMEBOL hagan tambalear su gobernabilidad. ¿Será por eso que le suele repetir a sus allegados que “no hay que permitir que Argentina tenga el peso que tenía con Grondona? ¿Será por eso que pese a los amagues bloquea constantemente la posibilidad de que Argentina o Brasil ocupen las vicepresidencias?

En el medio de este contexto, la silla de la Argentina en la reunión del Comité Ejecutivo de la entidad que se desarrolla por estos días en Ecuador quedó vacía. A último momento, Tapia no viajó. Igual volverán a verse las caras mañana cuando Domínguez vea en cancha de Lanús la final de la Copa Libertadores. Por protocolo ambos entregarán la Copa al campeón.