Hay un cambio de época en el Barcelona y no solo por la salida de Lionel Messi, con todo lo que aún le representa ello al club condal: Joan Laporta está decidido a poner tope a los salarios disparados y estratosféricos que concedió Josep Maria Bartomeu, con el objetivo infructuoso de ganarse la complicidad de los futbolistas a billete limpio. Es la plantilla más cara del mundo, valiendo 560 millones de euros y hoy día tiene un saldo negativo de 144 millones, que deja a los actuales dirigentes prácticamente en un bloqueo si en el cortísimo plazo no entra dinero.

Para empezar a sanearlo, se ha impuesto una nueva tabla salarial para incorporaciones y jugadores a renovar: el tope no se negocia y es de 10 millones de euros limpios. Por ejemplo, se quedó sin posibilidad de contratar a Mo Salah (por ahora sigue en Liverpool pero quiere dejar el club inglés) por pedir 17 millones de euros y al alemán Antonio Rüdiger (que ya fue oficializado como refuerzo del Real Madrid) y pretendía 12 millones.

Robert Lewandowski aceptó cobrar 9 millones limpios por curso en un contrato de tres temporadas pero por ahora no han habido ventas grandes y eso imposibilita su contratación, hasta el momento. Jugadores como Gerard Piqué, Sergio Busquets o Frenkie de Jong superarán, y con creces, los 10 millones limpios la próxima temporada y se les pedirá una nueva rebaja salarial a ciertos jugadores, en algunos casos de hasta un 50%.

La nueva tabla salarial tiene como objetivo reducir en unos 160 millones la actual masa salarial que soporta el club. Todos los jugadores fichados y renovados, aceptaron el nuevo orden: Ansu Fati, Pedri, Araújo, Nico, Ferran Torres, Memphis, Eric Garcia, Aubameyang y Alves, entre otros. Próximamente se sumarán también Sergi Roberto y Gavi.

Gerard Piqué y Frenkie de Jong ganarán más de 13 millones limpios anuales cada uno y están en el punto de mira del club y necesitan bajar más de 4 millones para entrar en el nuevo ordenamiento del club.