El martirio comenzó en mayo de 2017. Sandro Rosell, ex presidente del Barcelona, fue detenido junto a otras cuatro personas, en el marco de una operación conjunta de la Policía Nacional y la Guardia Civil contra el blanqueo de capitales. La odisea del exmandamás blaugrana dio inicio allí y pudo contar lo que fueron esos 645 días tras las rejas con crudas definiciones.

"Me amenazaron un par de veces, pero enseguida los compañeros salieron en mí defensa. Me iban a dar de hostias. Uno por ser presidente del Barça y otro por ser catalán. Me pasó una vez en Madrid y otra en Barcelona, pero las dos me protegieron sin que lo pidiera", abrió su testimonio Rosell en entrevista con Risto Mejide, del programa ‘Viajando con Chester’.

La vida carcelaria no fue nada sencilla para el extitular culé, que puertas adentro era un reo más: "Uno me dijo que le pagaba todo lo que me pidiera hasta que quisiera o me reventaba, pero salieron mis compañeros y lo frenaron", sostuvo.

Asimismo Sandro Rosell destacó que incluso algunos lazos que pudo hacer en la cárcel le trajeron inconvenientes con los internos: "En Barcelona me hice muy amigo de un jefe gitano que era muy del Barça. Entonces, ahí el que me amenazó fue un gitano. El jefe le dijo cuatro cosas y se paró todo", relató el extitular ‘blaugrana’.

En un momento de la entrevista, Sandro Rosell contó que "cuando tú ingresas en prisión te dan un paquete de condones y vaselina. Ahi te das cuenta para qué. Hay mucha relación homosexual en la cárcel, pero incluso de gente que no es homosexual", explicó el ex presidente culé de la experiencia carcelaria de la que pudo salir al ser absuelto.

Sobre su vida en prisión, el expresidente del conjunto de Ciudad Condal destacó que solo podía ver dos veces al mes a su familia, que "el tabaco es la moneda de cambio" y que "la cárcel es gris y un poco rancia, pero a la vez descubres mucha humanidad, es un contraste constante de emociones, de colores, de tristezas, de risas incluso. Yo siempre he intentado ser muy cerebral, yo no recordaba haber llorado en toda mi vida y allí lloré varias veces y a moco tendido, después me encontraba mejor", comentó con la voz resquebrajada.

Luego de su dentención en mayo de 2017, el 25 de febrero de 2019 comenzó en España el juicio contra Sandro Rosell, acusado de blanquear € 20 millones de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), de los que se cree que se quedó con € 6,5 millones. 

“Vienen muchísimos policías, 20 o 30, con una orden judicial, para detenerme por unos casos de una empresa mía de hace 12 años en Brasil y yo alucino. Nos llevan al cuartelillo y de ahí para Madrid. En el registro sacaron un dinero de un sobre, en total 5.000 euros. Les digo que no es mío, lo extienden, lo graban y la noticia fue que me habían encontrado ingentes cantidades de dinero. Al policía le digo que el dinero me lo ha puesto alguien de los que estaban ahí. Enseguida pensé que pintaba mal, que había una persecución seria", relató Sandro Rosell sobre el inicio de aquella experiencia que terminó con él 645 días tras los barrotes de una cárcel.

En el banco de los acusados también estaba su mujer Marta Pineda y cuatro personas más. El fiscal pidió para Rosell una condena de 11 años de cárcel por blanqueo y pertenencia a organización criminal y, además, el pago de una multa de € 59 millones. Marta Pineda, su esposa, se enfrentó a la solicitud de una condena siete años de cárcel, como Shahe Ohanneissian, amigo libanés; el abogado y socio de Rosell, Joan Besolí a diez años; y para los presuntos testaferros, Pedro Andrés Ramos y Josep Colomer, a ocho y seis años respectivamente. Todos quedaron absueltos en marzo de 2019 pero la experiencia para el expresidente “culé” fue cruda.