El representante de futbolistas, César Boaventura quedó en el ojo de la tormenta luego de que el Ministerio Público Fiscal de Lisboa lo acusara con cuatro cargos de corrupción, tres en forma activa y otro en modo de tentativa que habrían ocurrido entre 2015 y 2016. 

Según fuentes judiciales, Boaventura se habría contactado con cuatro futbolistas para que "a cambio de una contraprestación económica o contractual, tuviesen una actuación deportiva contraria a los intereses de sus propios equipos" para beneficiar al Benfica.

Por su parte, el empresario expresó su "plena confianza en la justicia" en un mensaje publicado en Facebook. Este caso se suma a una larga lista de escándalos que han salpicado al fútbol portugués recientemente. 

A primeros de marzo, la propia Fiscalía ordenó registros en varios puntos del país ante la sospecha de un presunto uso ilegítimo de dinero perteneciente al Santa Clara. La Justicia además acusó a la Sociedad Anónima Deportiva (SAD) del Benfica y a algunos de sus antiguos dirigentes -y uno actual- de fraude fiscal, por una trama de supuestos pagos a una empresa por servicios ficticios.