La tercera es la vencida. Tras haber encabezado la candidatura opositora en 2005, y ser el segundo en la lista de 2011, George Weah finalmente se convertirá en el presidente de Liberia.

El ex futbolista de 51 años y candidato del partido del Congreso por el Cambio Democrático (CCD) ha logrado imponerse al oficialista Joseph Boakai, del Partido por la Unidad (PU), hasta ahora vicepresidente. El país africano, una de las democracias más funcionales del continente pese a su agitada historia reciente, inicia así una nueva etapa tras los doce años en el poder de la popular Ellen Johnson-Sirleaf.

La elección de Weah no fue una sorpresa. El deportista era el claro favorito tras haber superado en diez puntos a su rival en la primera vuelta electoral, pero las acusaciones de fraude electoral por parte del tercer candidato más votado, Charles Brumskine, del Partido por la Libertad (PL), obligaron a retrasarlas hasta que el Tribunal Supremo se pronunció para desestimar las sospechas.

Boakai esperaba capitalizar los logros de su predecesora: el incremento del PIB del país en un 248% y la mejora de la esperanza de vida en seis años, así como la recuperación de las exportaciones de productos como cacao, café, hierro, oro y diamantes, y la cancelación de casi U$S4.000.000.000 de deuda externa, tal y como señala la agencia EFE. No obstante, los últimos años habían supuesto un importante desgaste de la figura de Johnson-Sirleaf debido, entre otras cosas, a los problemas en la gestión de la crisis del ébola, que ha terminado por afectar seriamente a la economía.

Y Boakai -alias ‘Sleeping Joe’-, por su tendencia a dormirse en actos públicos- carecía del carisma de la hasta ahora presidenta. Por el contrario, los seguidores de Weah han sido los más activos y organizados, y el ex futbolista ha contado con varios elementos decisivos: la inclusión como número dos de la lista de Jewel Taylor (la ex esposa del antiguo presidente y señor de la guerra Charles Taylor, capaz de arrastrar numerosos apoyos en sectores clave), y una campaña con poderosos elementos sociales, como la promesa de educación gratuita universal y la promoción del empleo.