(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Gonzalo Higuaín vivió una pesadilla en el clásico de Italia, ante la Juventus. No sólo que no pudo marcar ni un gol, si no que también se fue expulsado luego de una airada protesta al árbitro del partido. Al finalizar le encuentro, pidió disculpas: "Lo siento, no soy un robot".

Sin embargo, dada su experiencia y la trascendencia del partido, su accionar se tornó una cuestión de estado. Matteo Salvini, Ministro del Interior de Italia es hincha del Milan, presenció el partido en San Siro y calificó de "vergüenza" lo que hizo el delantero del Rossonero.

Salvini, además, es el hombre más fuerte del gobierno más debil de Italia, que se mantiene sin un liderazgo claro. Es quién más poder aglutina y también el más cuestionado: es quién lleva adelante la polémica campaña contra la inmigración.

Vale remarcar que Italia, a través de Lampedusa, es una de las entradas de los inmigrantes africanos al continente europeo. Son famosos los naufragios en esas costas, que le cuestan la vida a miles de ciudadanos africanos que buscan una mejor calidad de vida. Europa se debate entre abrirse a los "refugiados" o endurecer aún más su postura. En esta última postura estaría Salvini.

"El domingo estaba en San Siro con mi hijo y me siento avergonzado por el comportamiento de nuestro delantero centro. Ha sido indigno. Se te pagan millones de euros para controlarte y espero, lo digo en contra de mis intereses como aficionado, que tenga una sanción larga", consideró el propio Salvini. Luego la Federación Italiana sancionó al "9" con dos partidos de suspensión. ¿Habrá quedado conforme?