(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Finalmente terminó ocurriendo lo peor, lo que nadie esperaba, pero que lamentablemente se venía anticipando. Diego Maradona dejó el mundo de los vivos a los 60 años y pasó a la inmortalidad. Eso sí, con sus últimas semanas en un contexto de internación, angustia y sufrimiento.

El martes 3 de noviembre tuvo que ser operado de un hematoma subdural y fue noticia diaria para conocer su evolución de salud. Fue la misma complicación médica que sufrió la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Fueron días de vigilia para saber la evolución de su salud, que diariamente informaba en un reporte su médico personal, Leopoldo Luque. Todos los informes indicaban que su situación “era favorable” y que incluso “ya bailaba con los médicos y contaba chistes”. Si, incluso se hablaba de ayudarlo a mejorar con un proceso de rehabilitación, para que pueda dejar su problema con el alcohol.

Hasta su último día estuvo semanas viviendo en Tigre, precisamente en el Municipio de Tigre, ubicada en Villanueva. En el mismo lugar donde algunos drones se infiltraron para poder mostrar su intimidad, seguida de cerca por profesionales de la Salud y con muchos controles.

Su último tiempo fue marcado por la angustia y los problemas físicos que le pasaron factura. Sin embargo, la última operación significaba para todos una nueva victoria contra la muerte y un tiempo más del Diez entre los nuestros. Finalmente terminó ocurriendo lo que nadie esperaba.