(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Pese a la garra, el corazón y el muy buen nivel de tenis, Diego Schwartzman cayó ante Rafael Nadal por 6-3, 6-3 y 7-6 (7-0) por la semifinal del Roland Garros de Francia. Un torneo histórico para la memoria del argentino.

Un torneo que quedará en la memoria de un tenista que viene elevando la vara y ya se codea con los pesos pesados del mundillo tenístico. Tal es así que ya está inmerso en el Top Ten. Sin embargo, tras ganarle a Thiem, apareció una realidad: Nadal en polvo de ladrillo es prácticamente imbatible.

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El Peque en el primer set jugó por más de una hora batallando puntos largos y llevando al español a jugar alto y franco sobre el fleje. Fiel a su idea, si, pero con muchas limitaciones por el protagonismo del argentino. Sin embargo, no logró sostener su saque y finalmente fue 6-3 para su rival.

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En el segundo, con menos de una hora de juego, el español se afianzó en la cancha y mostró su jerarquía en una cancha que le sienta muy bien desde tiempos inmemorables. Y con un Peque confundido por el set anterior, aprovechó y volvió a imponerse por 6-3.

En el último, parecía que era el final, pero Schwartzman nunca se rindió y remontó un 5-3 y puso las cosas en paridad. Y con mucho trabajo, puntos largos y derechas esquinadas, llevó la contienda a un tie break.

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Sin embargo, sobre el final, Nadal se afirmó tomando la delantera y no dudó en ningún punto, mientras que en algunos puntos clave falló la derecha de Peque. Con decisión y solvencia, el español aplastó el sueño de argentino por un último 7-6 (7-0). Nada que reprocharse, un partido a la altura de las circunstancias.