(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) En Zúrich, Joseph Blatter habló con Marca sobre sus inicios en el ámbito de las dirigencias y calificó la importancia del fútbol en su vida. "El fútbol ha marcado toda mi vida. Desde mi juventud, como jugador, y después en el resto de mi vida. He llevado al fútbol donde no lo ha hecho nadie".

En principio, comentó cómo llegó a ser dirigente: "En el '66 me llamó el Secretario General de la FIFA. Me dijo que necesitaban mi ayuda. En mi cabeza siempre estuvo el fútbol y era mi oportunidad. Años después me dijeron que el presidente Havelange necesitaba un futbolista para hacer un programa de desarrollo de este deporte. Era el '74 y acepté de inmediato, en febrero del '75 ya estaba trabajando y hasta febrero de 2015, cuando me suspendieron de cualquier actividad".

Luego contó cómo siguió su trayectoria "Seis años después fui nombrado Secretario General y, en el 85, presidente". "Cuando llegué, la FIFA sólo tenía sponsor para el balón y nada más. Después fueron entrando más empresas, pero lo que cambió todo fue la televisión a partir de los años 70. La publicidad y las televisiones privadas cambiaron el fútbol y la FIFA".

"La política entró y cambió el fútbol. Ya lo vivimos en el Mundial de Argentina, con una situación complicada. Después hemos visto que ha tenido una influencia directa, tal y como se comprobó en la designación de las sedes de 2018 y 2022. El Ejecutivo de la FIFA decidió que el Mundial del 18 era para Europa y el del 22 para Estados Unidos, por aquello de las rotaciones y porque Europa del Este nunca había tenido un Mundial. Para mí hubiera sido un golpe de efecto, era enmarcar la paz o la convivencia mundial, los dos bloques, y más después del Mundial de Sudáfrica", sostuvo.

Por otro lado, se refirió a la intervención política: "La mañana del 27 de mayo me encontré con la intervención política de un hotel de cinco estrellas de Zúrich a las seis de la mañana. Ese día perdí parte de mi vida. Días después de mi nueva elección como presidente, la justicia americana dijo que la FIFA era una organización mafiosa y que había que destruirla".

En el mismo sentido, admitió que se equivocó en "la duración de los mandatos" y que no cree que la FIFA vivió por encima de sus posibilidades ya que "los patrocinadores exigían coches de lujo para el presidente y los miembros del Ejecutivo". Además, destacó que cuando asumió como presidente, había una "deuda de 60 millones de dólares y, cuando salí en 2015, teníamos 2.000 millones de reserva y 1.400 millones de dinero", que se utilizó "para el desarrollo del fútbol".

Con respecto a la actual FIFA, presidida por Infantino sostuvo que no puede decir si le gusta o no, aunque sí, tiró: "Los problemas de FIFA no se han solucionado, no quiere hablar conmigo. Solo hablan los abogados y creo que es una falta de respeto, no se están haciendo bien las cosas".

Comentó, además, que se considera inocente. "La comisión ética de la FIFA dijo a la prensa que mi asunto no era de corrupción y sí de mala conducta comercial o económica, algo que es incomprensible cuando te haces cargo de una FIFA que está en cero y la dejas con millones de millones".

"La FIFA no era mafiosa. Los que lo dijeron debieron rectificar". También, se explayó: "Fueron personas indivuduales las que resultaron imposibles de controlar".

En el plano futbolístico, se refirió al arbitraje como: "Una organización privada. Los he visto como la iglesia católica, siempre de negro". Incluso, también criticó al VAR. "Ya no es el árbitro el juez supremo en el terreno de juego. El problema del arbitraje, es además que en cada Confederación hay una interpretación distinta. Se vio durante el Mundial, no hay una línea igual para todos".