Se cumplieron 16 años de la tragedia de Cromañón, un recital de rock que terminó con la vida de 194 personas y con otras miles afectadas para siempre. Un hecho que marcó la historia argentina y que cambió la lógica de organización para siempre.

La historia tiene muchas versiones, pero el verdadero relato es el que está encarnado en aquellos sobrevivientes que salieron con vida y que a día de hoy tienen una fuerte carga emocional en su rutina. Mientras algunos lograron salir adelante, otros siguen recordando aquellos momentos de falta de oxígeno y de desesperación por salir de un incendio.

Agustina Donato tiene 31 años y hoy es futbolista de Platense, pero su vida está atravesada por Cromañón. A partir de los 15 años su vida cambió para siempre, y como dice ella, una parte de su infancia "murió" en aquel concierto de Callejeros. En una entrevista exclusiva con Doble Amarilla, habló de cómo fueron los minutos allí adentro, el proceso para salir de la angustia y el acompañamiento del fútbol. Además, tomó postura por la aprobación de la Ley de Aborto, que coincidió con un nuevo año de el recuerdo de Cromañón.

La entrevista completa:

Doble Amarilla: Se cumplieron 16 años de Cromañón, ¿cuáles son tus sensaciones hoy en día?

Agustina Donato: Por más que haya pasado tanto tiempo las sensaciones son parecidas. Uno va creciendo y cambiando sus percepciones, pero siempre se atraviesa desde una perspectiva bastante fuerte. Es como una tristeza que te acompaña y que siempre está presente, es difícil poder expresarlo. Es una fecha simbólica y al mismo tiempo representa un montón, pero con el paso del tiempo uno intenta llevarlo mejor. En mi caso se da que se aprobó la Ley de IVE en la misma fecha y también es una mezcla de sensaciones raras.

DA: ¿Cómo fue tu historia allí adentro?

AD: Yo tenía 15 años y ese día había ido sola, más allá de que antes de entrar me encontré con algunas personas. Cuando se desata esto yo instintivamente atino a querer salir por el mismo lugar que entré, que era la entrada principal. Yo conocía Cromañón por haber ido en otros shows. Las otras puertas estaban cerradas y la principal se había cerrado para que no ingrese gente, entonces también era difícil. Hubo una avalancha muy fuerte de gente y yo por unos instantes perdí el conocimiento; no llegué a desvanecerme porque estaba muy apretada entre la gente y no tenía lugar para caerme. Cuando me despierto estaba apenas más adelante y estaba sostenida por un chico. Una vez que retomo la conciencia empiezo a escuchar sirenas que abren la puerta y yo logro salir caminando. Tuve muchísima suerte, porque antes estaba pensando lo peor por desvanecerme. Después lo que siguió fue el caos de la calle y las confusiones de una misma. No pude volver a entrar porque no tomaba dimensión de la gente que había adentro y al mismo tiempo estaba en un estado de shock. Fue una situación muy difícil donde una no sabía dónde estaba parada.

DA: ¿Tu vida siguió con normalidad después de ese hecho?

AD: Nunca más tuve vida normal, tuve 15 años y no había experimentado un montón de cosas. Ese día murió esa Agustina tal cual era; si bien sobreviví corporalmente, todo lo que era mi niñez y mi primera adolescencia quedó condicionado para siempre. Tuve que aprender a vivir con eso, no fue fácil y pasé por muchas etapas. Primero de comprender lo que pasó, porque es imposible de racionalizarlo. Fue muy duro, porque lo que siguieron fueron muchos estudios, análisis y grupos de psiquiatras y psicólogos. Intenté salir de ahí, porque uno seguía atrapado, desde pesadillas hasta ataques de pánico. Me era imposible tener un trabajo y a duras penas iba a la facultad… la verdad que fue bravo. Con el correr de los años una fue encontrando salvavidas y actividades como para salir, desde el entorno hasta la contención de mi psicólogo, que fue una de las personas más importantes en ese proceso de mucho dolor.

DA: ¿Jugabas al fútbol en esa edad? ¿Hoy militas en alguna organización con compañeros sobrevivientes?

AD: Había jugado de chica pero después me había cambiado al hockey. Siempre milité en “Sobrevivientes de Cromañón, músicos y artistas de Córdoba”, que fue un hogar para mí y donde siempre lucharon armando festivales con muchos músicos y organizaciones. Curiosamente me identifiqué con una organización de Córdoba, siendo que yo soy de Buenos Aires. Fueron años de viajar mucho tiempo para salir a la calle y contar nuestra realidad, de la misma forma que también buscamos que se le quite toda la responsabilidad a Callejeros. Hacíamos volanteadas, programas de radio abierta y otras actividades para hacernos escuchar. En cuanto al fútbol, cerca de los 23 años me había reconciliado y jugaba torneos amateurs con mis compañeras, fue también un espacio para contenerme y donde disfrutaba mucho.

DA: ¿Qué significa hoy ser una sobreviviente de Cromañón?

AD: Ser sobreviviente es algo que me va a marcar toda mi vida, para bien o para mal, no sabría decirte si es algo positivo. En estos 16 años aprendí a convivir con eso, y considero que es una de las cosas que me definen. Soy abogada, futbolista y también sobreviviente de Cromañón. También soy ex jugadora de hockey y amiga de mis amigos. A lo que voy es que forma parte de una experiencia de vida que te marca para todo lo demás. Obviamente que hay momentos mejores y peores, pero con el tiempo se aprende a sobrellevar de una manera distinta y de asumir la responsabilidad. Me encanta también poder contar la historia desde mi lado de futbolista, porque es un lugar más para vincularme con otras personas y ayudarlas o interiorizarlas para conocer la causa.

Agustina Donato, en su rol militante como sobreviviente de Cromañón
Agustina Donato, en su rol militante como sobreviviente de Cromañón

DA: ¿Se logró tomar conciencia después de ese hecho?

AD: La parte que más cargo se hizo fue la nuestra, la del público. La gente entendió la locura en la que vivíamos y dijimos que sí, que fuimos parte de eso y que había que hacerse cargo. Fueron 194 muertes y la conciencia fue de nuestra generación que atravesó Cromañón. La bengala casi que no se vio nunca más, salvo en algunos recitales del Indio, después se erradicó totalmente, lo mismo en los lugares cerrados. Obviamente que falta, porque siguen pasando cosas como la Tragedia de Once, son espacios que siguen funcionando mal y donde no hay controles. Y lo mismo pasa con el Estado, que sigue teniendo muchas responsabilidades, que es algo que siempre denunciamos y vamos a denunciar, porque responsabilizaron a una banda sin buscar otros culpables que tenían mayores compromisos. A día de hoy me sigue pareciendo una locura que un saxofonista tenga que ser catalogado como culpable, cuando lo único que hace es hacer música y es totalmente ajeno a la organización.

DA: ¿Volviste a ver recitales?

AD: Por suerte sí, pero llevó un tiempo y fue un proceso con medidas de seguridad. Nunca culpé a los músicos ni a la música, nunca estuve peleada con ellos. Obviamente que no fue lo mismo, y lo primero que miraba era dónde estaba salida de emergencia; y lo mismo me pasa en un tren, un subte o un cine. Con los cambios que se fueron dando y que se ven, me empecé a relajar un poco más, pero anteriormente el proceso de normalización fue complicado.

DA: ¿Qué opinión te merece la reciente aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo?

AD: Fue una felicidad inmensa, es un desahogo interno y colectivo, porque es un logro poca veces visto en las mujeres. Fue de la sociedad toda y de una generación que no se cansa de luchar con sus derechos, y que para tenerlos está en las calles con la lucha colectiva. En el 2018 estábamos muy ilusionadas y no se dio, pero lo que se hizo fue doblegar los esfuerzos. Fue estar todo el tiempo insistiendo también a este Gobierno y finalmente salió. Entendimos que este era el momento histórico porque iba a salir. Hoy me toca estar en Estados Unidos por un viaje familiar y con la diferencia horaria, pero estuve conectada y siguiendo el debate hasta el momento de la votación. Terminé llorando sola sin poder exteriorizarlo (se ríe), pero fue muy emocionante porque se me mezcló la conquista de un derecho con lo que fue mi pasado en Cromañón.

DA: ¿Cómo ves desde adentro la profesionalización del fútbol femenino?

AD: El feminismo en este punto también fue clave, porque somos nosotras las que tenemos que luchar por nuestros derechos. Hay varios hitos que llevaron a esta semi profesionalización, pero ninguno como lo que paso con Maca Sánchez. Ese fue el puntapié inicial y tiene que ver con el feminismo y la lucha colectiva. Me parece que desde ahí hay un avance sostenido que nosotras nos comprometimos en lograr y para que nunca deje de avanzar. Ya es algo que no tiene vuelta atrás, porque cuando haya un retroceso, vamos a estar empujando. Estamos organizadas, comunicadas y juntas, más allá de las camisetas. Esto es algo que nos trasciende y que hay que pelear por nuestra actividad. Nosotras la peleamos y algunas no pudieron vivir el fútbol plenamente, atravesamos prejuicios y años sin jugar. Pero le vamos a dejar un fútbol distinto a las chicas que vienen atrás. Tengo a mi hermana en el plantel con 15 años en Platense y ya tienen una posición tomada, y futbolísticamente tienen más herramientas para entrenar y jugar desde chicas, y se ve la diferencia técnica. En algunos años el fútbol femenino va a ser otro deporte.

DA: ¿Cuánto crees que falta en cuanto a proyecto para que la disciplina femenina empiece a tener mayor protagonismo?

AD: Falta bastante, pero tampoco tanto. Creo que en el mediano plazo se puede dar y hay que seguir consolidando este camino. La generación siguiente lo va a poder mostrar, sobre todo con las chicas que tengan una formación profesional. Nos gustaría que también pueda ser un producto rentable, consumible y que genere dinero, que lamentablemente es por lo que se rige. Muchas veces se mide en esos términos y nos hablan de rentabilidad; a mí lo que me gustaría es que la gente se apasione de fútbol femenino y que en un Superclásico se pare el país. Es un proceso y hay que darle tiempo, tanto a la gente como a las chicas que vienen y que van a aportar otras cualidades.

Foto: @capfutfem
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