Son varias las patadas que quedaron en la historia en el fútbol argentino a lo largo de los años. La última, de este miércoles de Milton Leyendeker a Exequiel Zeballos, volvió a traer a la memoria varias acciones de este tipo y, particularmente, a un jugador histórico que quizás muchos no recuerdan, pero que se caracterizaba por su rudeza: Ramón Alberto Aguirre Suárez.

El defensor nació el 18 de octubre de 1944 en Tucumán y falleció el 29 de mayo de 2013 en La Plata. Tuvo un recordado paso por Estudiantes de La Plata en donde se consagró como multicampeón, consiguiendo tres Libertadores (1968, 1969 y 1970) y la histórica Intercontinental (1968) con el equipo de Zubeldía, entre otros títulos.

Durante el partido de la Intercontinental ante Milan, que ganó Estudiantes, Aguirre Suárez le propinó un duro golpe en la cara al francoargentino Néstor Combín con un codazo. Luego del encuentro, el defensor y otros dos compañeros, Poletti y Manera, fueron detenidos porque el dictador Juan Carlos Onganía consideró que los futbolistas avergonzaron la nación. Aguirre Suárez permaneció privado de su libertad por un mes.

Cabe remarcar que, un año antes de la copa, en 1967, el jugador había sido detenido tras un duro partido ante Racing, pero solo permaneció unos pocos días en prisión.

En 1971, Aguirre Suárez pasa a Granada por siete millones de pesetas, siendo el traspaso más caro de la historia del club andaluz hasta ese momento. En poco tiempo el defensor logró afianzarse en el equipo y junto a su compañero, el paraguayo Pedro Fernández, se convirtieron en una dupla explosiva y temeraria. Tal fue el tenor del juego de ambos futbolistas que ninguno de los dos jugaban contra el Real Madrid. 

En la temporada 1973/74, Aguirre Suárez compartió dupla con el uruguayo Julio Montero Castillo. Además de su rudeza, el defensor argentino utilizaba alfileres para pinchar a los rivales, les metía los dedos en los ojos, les tiraba el pelo, les tiraba tierra a los arqueros en los tiros de esquina y a los que llevaban gorra les bajaba la visera. Según contó Asensi, futbolista de Barcelona, "jugar contra Granada era como ir a la guerra".

Después, pasó a Salamanca, en donde no tuvo mucha participación y regresó a Argentina, se retiró y entrenó a pequeños equipos de Tucumán y dio clases. A fines de los '90 volvió a España para desempeñarse en Granada como secretario técnico y también ocupó el puesto de entrenador en dos oportunidades.