El fallecimiento de Juliana Gómez el año pasado conmovió al fútbol femenino y obligó a repensar la estructura y el funcionamiento de la disciplina en su nivel más amateur. Si bien mucho no cambió desde octubre, hay alguien que está intentando mover las estructuras para ayudar a las futbolistas: se trata de Marisa, la mamá de la jugadora de Argentino de Merlo que quiere hacer de la tristeza, una lucha.

"Después de que pasó todo lo peor, me puse a pensar un minuto y entendí que el perdón es la llave de todo, que no te deja hundir por el odio y me pregunté ¿cómo puedo hacer para que esto no vuelva a pasar, que no quede en el olvido? Pensé también en ayudar a las compañeras que sufrieron esto conmigo porque también se les quebró la vida a ellas. Hay quienes no lo tienen en cuenta, pero eso te marca para toda la vida. Dije 'tengo que hacerme fuerte y hacer algo' y surgió la fundación", contó Marisa, en diálogo con Doble Amarilla.

Luego, agregó: "Hablé con AFA, me recibieron y les conté mi idea de la fundación para que se termine esta desidia y luego ir por un proyecto de ley para que tengan condiciones mínimas de seguridad, que cada padre o madre que manda a su hija a jugar al fútbol no le pase lo que me pasó a mí. Desde esa óptica es que me paro todos los días y digo que mi hija era una chica muy solidaria, si tenía que prestar botines o medias lo hacía, y creo que ella haría lo mismo si fuera al revés". 

Por otro lado, repasó que "el objetivo es que las jugadoras reciban apoyo, amparo, que sientan que alguien está peleando por ellas". A su vez, la intención principal, actualmente, es poder conseguir un espacio físico para empezar a desarrollar la fundación. "Buscamos crear un equipo de trabajo para que las chicas tengan asistencia social, psicológica y asesoría legal".

"Luego, con ese equipo, empezaremos a recorrer los clubes de la zona y ver qué necesitan, en qué condiciones están las chicas porque hoy por hoy todo sigue igual. Si no es por rifas o lo hacen de manera particular, no tienen transporte. Hay chicas que no tienen para cargar la SUBE, pero tienen la misma pasión que cualquier jugador", repasó Marisa. "Queremos ponernos codo a codo con AFA, ser un nexo entre ellos y las futbolistas para ayudarlas y que estén al tanto de lo que necesitan", remarcó.

Por último, recordó a Juliana como una chica alegre, solidaria y fanática de Boca y de Juan Román Riquelme. "Desde chica se crió con que yo jugaba al fútbol cuando era joven. Jugué hasta el tercer mes de embarazo de mi primer hijo, pero en un club de barrio. A ella le empezó a despertar la pasión por la familia, era boquense, amaba a Riquelme. Jugaba con los hermanos en la calle, la cargaban, porque antes no era lo mismo, era raro ver a las nenas pateando. A los 5, 6 años ya quería jugar al fútbol", recordó.

"Ella se crió con el dolor de perder a un hermano y el fútbol la ayudó de salir de la depresión. En un momento tuvo depresión y el fútbol la ayudó, me decía que la conectaba y que le daba fuerzas. Esa fuerza creo que es la que hoy me impulsa a ayudar. Es mi manera de abrazarla. La veo en cada nena que juega a la pelota. Miro las redes, veo a chicas jugando y la veo a ella, es un sentimiento fuerte", concluyó.