Ignacio Berríos tiene 21 años y una historia muy particular. De esas que no abundan en el mundo del deporte, pero que son dignas de contar, repasar y emocionarse. Es basquetbolista, mide 2.07 metros y forma parte del plantel de Boca Juniors que se coronó este viernes en la Final Four de la Liga de Desarrollo de Argentina.

Con 14 años, comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo de la 'naranja', tras sufrir diversas intervenciones quirúrgicas por un desviamiento del fémur. "Me costaba mantenerme derecho y crecía cada vez más rápido", le cuenta a Doble Amarilla el protagonista. Y detalla que "las rodillas se iban para adentro. Es algo genético, lo tiene mi abuelo, mi viejo se operó de eso. Las operaciones en ese momento no eran tan tranquilas como ahora. La mía fue más leve, para corregir la desviación hacia adentro del fémur", por lo que entre los 10 y 14 años, lo operaron siete veces. 

En medio de esto, 'Nacho' jugaba al fútbol, tenis y taekwondo, pero nunca de manera continua, ya que la salud se lo impedía. Pero es resiliente. Venció a la adversidad y a fuerza de voluntad, entrega y dolor, dejó eso atrás y en 2017 se vino para Buenos Aires. "Fueron varios procesos. Llegué siendo el más chico de la pensión, es muy lindo ver todo el proceso de como fui creciendo. Estoy muy agradecido con Boca, porque todo lo que se lo aprendí acá en el club. Le tengo mucho cariño, mucho amor. Hoy estoy muy feliz. Es impresionante el mundo Boca", relata.

Desde ese momento y hasta el día de la fecha, por tercera temporada consecutiva, forma parte del equipo de la Liga de Desarrollo que es Sub 23 en el que juegan a la par de la Primera División, con mismo formato del torneo, un día antes o el mismo día.

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Vive en la pensión de Boca, al frente de 'La Bombonerita'. Atraviesa sus días en el gimnasio del club, el estadio y la sede. Y, por supuesto, le gusta ir a ver al 'Xeneize' cuando el equipo juega de local. "La pensión es muy futbolera. Son muy buena gente, nos llevamos bien entre nosotros. Nos dan las cuatro comidas, el colegio estaba en frente y me facilitó muchísimo eso. No se puede reprochar absolutamente nada. Boca nunca nos dejó con las manos vacías, siempre se portó de la mejor manera", detalla. 

Cuando se le consultó sobre sus metas, dice con seguridad: "No me pongo metas a largo plazo. Soy muy autocrítico de mis cosas, me encanta entrenarme, mejorar, me gusta muchísimo entrenar. Me quiero dedicar de lleno a jugar al básquet. No me veo fuera de las canchas. Por fuera me encantaría ser un profesional también, con un título universitario. Son mis dos metas".

Como anécdota y sobre el cierre de la charla, Berrío cuenta que, por un corto lapso, fue arquero de Palestino, donde estuvo uno o dos meses: "En ese momento medía 1.93 metros con 13 años y el otro arquero medía 1.60. Me pasaba que me gustaba mucho el fútbol, pero creo que no era para mí".