Militar un "proyecto" es clave para el buen rendimiento de un equipo en el mediano-largo plazo. Si hay una ruptura, se cae en la improvisación y hay mayor riesgo de equivocación. En la contratación de jugadores, en la elección de los entrenadores y hasta en la idea madre que se busca plasmar en un equipo, lo que se pretende que el hincha observe semana a semana. Ganar es el objetivo, pero no puede ser el medio para crecer.

Racing logró algo más que sumar títulos en los últimos años: consiguió subir escalones. Se quedó con el Torneo de Transición 2014, la Superliga 2018-19 y el Trofeo de Campeones 2018-19. Transfirió jugadores por varios millones de dólares (la última gran venta fue la de Lautaro Martínez al Inter de Milán, por supuesto) y creció a nivel estructural. Tuvo, además, participación recurrente en certámenes internacionales: jugó las Libertadores 2015, 2016, 2018, 2020 y 2021 y las Sudamericanas 2012, 2013, 2017 y 2019. Es decir que, de los últimos nueve años, solamente en 2014 no jugó una copa continental. En poco tiempo, no obstante, deshizo varios avances.

Es fácil malgastar la palabra proyecto. Se utiliza tan livianamente que, a veces, ya no se sabe exactamente a qué hace referencia. Mucho tiene que ver con una idea madre y tres patas que deben funcionar de forma conjunta: dirigencia, DT y jugadores. Cuando aparece una figura como la del secretario deportivo o mánager capacitado, se suma un componente clave en esa relación. Y es más probable que todo vaya por mejor camino. Si se rompe esa estructura, si algo deja de funcionar o si se pierde lo que solía dar resultados, es más factible que las cosas no salgan bien.

Con el modelo anterior, bajo el área de dirección deportiva, Racing tenía a un responsable absoluto del proyecto técnico: Diego Milito. Existía una secretaría técnica que funcionaba como una herramienta. Contaba con tres scouts, cada uno a cargo de diferentes ligas sudamericanas y con una metodología de trabajo específico. Había "barrido" de los diversos campeonatos para jerarquizar los datos obtenidos y reforzar al equipo con nombres específicos. Cada scout, además, tenía una categoría de inferiores para hacer seguimiento sobre cada jugador.

Hoy Racing dejó de tener a Milito y desmanteló la secretaría técnica. Cuenta con algunos dirigentes que toman la posta en diversas negociaciones y con Rubén "Mago" Capria, fuente constante de consulta. En otras palabras, se pasó de tener una secretaría técnica con una metodología clara de trabajo (planificación, objetivos a corto, mediano y largo plazo) a contar con algunas personas "sueltas". Es ahí cuando se cae, pese a que se hable de proyecto y de planificación, en la improvisación.

La gestión del fútbol profesional se sustenta en dos pilares fundamentales: jugadores de inferiores e incorporaciones/refuerzos. Durante el proceso que culminó con la salida de Diego Milito, Racing buscó jugadores en el mercado de forma activa. Había análisis pormenorizado de plantel, mapa de equipos, scouting y base de datos. Se ponía la lupa en nombres específicos. Hoy existe una búsqueda diferente: depende de opiniones, ofrecimientos o pedidos de un DT. Es ahí donde aumenta un margen de error que, cuando se toma la iniciativa en una ventana de transferencias, tiende a disminuir.

Está claro que la gestión de Milito tuvo fallas. Dinero mal gastado, jugadores que no dieron rédito deportivo ni económico y búsqueda de soluciones que no fueron tales. Pero con aciertos y errores, Racing sabía exactamente hacia dónde apuntaba. Un club es mucho más que fútbol, pero se guía por el fútbol. Y, en ese sentido, había una hoja de ruta clara y una evaluación detallada a la hora de invertir y tomar riesgos. Después hay aciertos, malas inversiones, errores y autocrítica. Como en todo.

El fútbol carece de precisión matemática. No existe una fórmula que garantice resultados. Se pueden hacer las cosas de la mejor forma y no siempre se va a triunfar. Muchas veces hasta se gana menos de lo que se merece. Pero está claro cuál no es el camino. O lo que pasa cuando hay un desvío de la ruta que dio resultados pensando a largo plazo.

El proyecto se relaciona a una visión de club y del fútbol a mediano-largo plazo. La capacidad (y capacitación) como guía para el esfuerzo mancomunado. Así será más fácil ver un horizonte y no pensar estrictamente en hoy o en mañana, sino en el año que viene, en el otro y en el siguiente.

Gago tiene un desafío muy duro en Racing. Si bien no tiene una cuota elevada de responsabilidad en el presente del equipo (¡lleva dos partidos!), tendrá que adaptarse al plantel que posee y pregonar con la coherencia. Porque puede jugar mejor. También se espera que potencie futbolistas, lo cual será clave en los próximos meses. Estos deberán, además, entender los contextos. Dentro y fuera del campo de juego.

Frente al desorden, más deberá aflorar la mutua adaptación entre DT y jugadores. Así, muchas veces, pese a diversas situaciones que no ayudan, se pueden alcanzar objetivos. Pero, de fondo, la necesidad es siempre la misma: volver a las fuentes.