Las fotos finales son las que suelen ir a las portadas de los medios. El festejo de los de Varela, la tristeza de José Sand o el consuelo a los juveniles de Banfield, han ocupado el espacio en los medios deportivos en la última semana. Pero, ¿Qué hay detrás de eso? ¿Qué cosas en común tienen los tres clubes del GBA que llegaron a disputar finales en el cierre de la temporada? 

Con estilos diferentes, pero con una inversión edilicia y en recursos manifiesta, Defensa y Justicia, Banfield y Lanús son producto del trabajo realizado en muchos años, de manera sostenida y gracias a una decisión dirigencial.

Defensa le hace Justicia al proyecto de club que sostiene hace años: primer título y empiezan a asomar los pibes

Los de Varela, recientes monarcas de la Sudamericana, sostuvieron un estilo de juego y una forma de manejarse en los últimos años. En mayo de 2014 llegaron a Primera como subcampeones de Banfield en la B Nacional, postergando a equipos como Independiente y Huracán, por ejemplo. En Primera, fueron quemando etapas y logrando objetivos. La permanencia primero, la clasificación a las copas después, pelear un título local más adelante y cuando tuvieron la chance de abrochar un trofeo continental, no fallaron. 

Con una dirigencia encabezada por José Lemme desde hace muchos años, y demostrando ingenio para tener en su equipo a los jugadores que eran descartados por los demás equipos (Defensa hizo un culto al préstamo de juveniles de los equipos grandes), supieron sostener el estilo de juego marcado, a pesar de algún entrenador con paso fallido. De Jorge Almirón en 2012/13, pasando por Cocca y Beccacece hasta llegar a Crespo, con hombres como Soso y Vojvoda, entre otros, en el medio. 

Con tres predios (uno con concentración ‘de lujo’ propia), y una inversión en fútbol profesional constante, la consagración en Córdoba trajo un bonus track que pasó desapercibido pero que señala lo que se viene en Varela: el gol de un surgido de la cantera. Muchas veces la crítica al Halcón pasaba por la poca participación de juveniles del club. La formación de los juveniles suele demandar mucho tiempo, y en Defensa empiezan a ver sus frutos. El gol de Adonis Frías es una reivindicación para la gente de Inferiores del Halcón, con Adrián Domenech a la cabeza en la formación y Pablo De Muner en Reserva. 

Banfield: Un equipo juvenil que estuvo a la altura de los más grandes, al calor del semillero de Guillón

En Banfield, señalado por muchos como una de las canteras más ricas del fútbol nacional (junto a Vélez, Lanús y los rosarinos, por ejemplo), se dieron el lujo de pelearle mano a mano a los grandes con un equipo lleno de chicos. De mínima, en cada partido eran 8 juveniles o jugadores surgidos del club entre 11 titulares. Así, le ganaron a River y golearon a San Lorenzo. De yapa, le igualaron a Boca y lo obligaron a los penales en la definición. 

Desde el arribo de la actual conducción en 2012, la inversión en fútbol juvenil y formativo creció exponencialmente. Durante la primera presidencia de Eduardo Spinosa llegaron a tener a Matías Almeyda como DT del primer equipo, a Ariel Holan en Reserva y a Claudio Vivas en Inferiores. Esa fortaleza en la formación y acompañamiento de jugadores en el primer equipo, se ve hoy.

Jorge "Corcho" Rodríguez, acaso el jugador más destacado del Taladro, fue sparring del equipo de Almeyda en las pretemporadas de julio de 2013 y enero de 2014, en el torneo que lo consagró campeón en el Nacional B. Luego de eso, debutó en Primera tras el ascenso. Casi 8 años de formación y acompañamiento le sirvieron al hoy volante central (antes zaguero; cambió de posición por decisión de Hernán Crespo en su paso por Peña y Arenales). El detalle geográfico de Banfield es que en su plantel tenía jugadores surgidos de sus inferiores provenientes de muchas provincias: hay riojanos, correntinos, cordobeses, santafesinos, tucumanos. Además, cinco de sus integrantes están en el club desde los 8 años: el citado Rodríguez, Fontana, Linares, Urzi y Bravo, recientemente vendido a la MLS. 

Con un campus deportivo en Luis Guillón al que desde hace cinco años se le inyecta dinero a modo de inversión en cada receso, hoy hay hotel para la Primera, residencia para los juveniles y un complejo residencial para la Academia de Fútbol Internacional, 9 campos de juego (próximamente uno será de sintético) y una estructura que hace que la formación de juveniles sea más dinámica. El sostenimiento del proyecto institucional, con Spinosa primero y con Lucía Barbuto después, más el trabajo de los entrenadores y coordinadores, llevó a Banfield a este presente. 

Lanús: Que la mala final no tape el bosque

En Lanús, todo se centraliza en su estadio y campo deportivo. Colocado en el centro de la ciudad, el Granate es el faro deportivo del municipio y buena parte de sus adyacencias. Con una cantera muy importante (los De la Vega, Vera y Belmonte de hoy son los Pulpo González, Laucha Acosta, Izquierdoz o Andrada de ayer), sabe lo que es esperar a sus chicos y ponerlos en cancha en el momento justo.

A la ventaja logística que tiene sobre Banfield (tiene el predio alejado de su estadio) y Defensa (tiene tres predios), Lanús le suma una extensa permanencia en Primera (subió en 1992), lo que hace que muchos chicos quieran ir a jugar al Granate porque saben que el final de su recorrido formativo los encontrará en una institución de la máxima categoría y sin riesgos de descenso, salvo algún sofocón luego de la salida de Carboni del banco de suplentes, que la llegada de Luis Zubeldía se encargó de dejar en el pasado. 

En Lanús señalan que el trabajo de scouting en los clubes de baby de las nutridas ligas del GBA, ha marcado la diferencia. Una red de buscadores de talentos en chicos de 6, 7, 8 o 9 años, han llevado a Cabrero y Guidi enormidad de chiquitos que serían también titulares en las inferiores de los otros equipos del Sur e incluso, en los más grandes. Este estilo de búsqueda ha sido imitado por otros clubes de la zona, con utilización de certámenes relámpago y una fuerte inversión en ‘detectores’ de chicos. En eso, Lanús fue pionero. 

La estabilidad dirigencial y la continuidad de un proyecto a largo plazo, llevan a Lanús a transitar la estabilidad deportiva que se encuentra lógicamente luego de cosechar los logros de tanto trabajo en el día a día. Hace algunos años, el presidente es Nicolás Russo, antes lo fue Alejandro Marón, antes Russo, y más atrás, apellidos ilustres como Chebel y González. Un engranaje se va sumando al otro y así, Lanús se sostiene sin vueltas en los altos planos. 

Desde afuera, se verá la foto, el color, la alegría o la tristeza por un resultado deportivo en una final. Lo que debe verse también desde el lugar del público en general es el trabajo detrás de cada equipo y plantel, de cada club y de cada institución. En pandemia, cuando la industria se enflaquece y todo parece desmoronarse, sacaron ventaja los que tenían un proyecto respaldatorio, por decisión dirigencial y capacidad a la hora de diagramar el día a día. Son ejemplo, aunque se gane, o se pierda.