“De pronto, el silencio de la Bombonera se quebró por el grito de los hinchas de River. 'Uruguayo, Uruguayo', era el canto que bajaba de una de las dos bandejas que ocupaban los visitantes la tarde del 2 de marzo de 1980. Juan Ramón Carrasco levantó las palmas de su mano y agradeció el saludo. Sabía que ya había sellado su nombre en uno de los capitulos más importantes de la historia del Superclásico”, relataba Clarín de la estruendosa victoria por cinco goles a dos. La máxima goleada de la historia de los enfrentamientos entre River y Boca, en condición de visitantes. 

Carrasco, dueño de una pegada prodigiosa, tenía sobre sus hombros la sombra de Norberto Alonso, ídolo indiscutible de River. El oriental era un abonado al banco de suplentes, aunque en la previa del clásico el técnico Angel Labruna le tenía preparada una sorpresa. "El domingo vas de entrada y te saco en el segundo tiempo", le dijo. Y el uruguayo no dejó pasar la oportunidad que le dió el legendario entrenador “Millonario”.

Hizo dos golazos, dio dos asistencias y fue la figura en el histórico 5-2 contra Boca, la mayor goleada de los de Núñez como visitantes. "Sabía que tenía que romperla, era mi oportunidad. Labruna me había anticipado que iba de entrada pero que luego me reemplazaría y estuvo bien porque me mojó la oreja, me motivó e hice dos goles. No me pudo sacar", explicó la figura “charrúa”.

En orden cronológico, Ramón Díaz fue el ecargado de romper el cero en la “Bombonera” y luego empató Carlos Randazzo. Las emociones fuertes quedaron para la segunda etapa. En apenas 24 segundos, Carrasco recibió un pase del “Pelado” Díaz y definió con categoría ante el achique de Gatti. "Creció el fútbol de Carrasco, y Díaz empezó a tener alimento permanente", sostuvo en aquel tiempo la crónica de Clarín. 

A los 9 de la complementaria, el uruguayo apiló defensores y le sirvió el tanto a Oscar Ortiz. Pero tenía guardado algo más ya que a los 30, Carrasco estampó el cuarto con un excelente tiro libre. "No era fácil patearlos porque sobraban ejecutantes. Se lo pedí a Passarella porque estaba agrandado y me salió bárbaro", recordó el nacido en Durazno. 

Llegó el quinto gol con el sello del “Pelado” tras otro pase de Carrasco. "Con Díaz nos entendíamos con la mirada. Creo que él no habrá tenido en su carrera un asistidor como yo. Era un placer darle pases a un delantero de esa categoría. En ningún otro club tuve un 9 como Ramón. Imposible. Eramos los goleadores de River sin ser titulares, formamos una dupla explosiva", relató el uruguayo. 

"Fue una alegría inmensa en mi primer partido en la Bombonera. No me influyeron los gritos de los hinchas de Boca. Para nada", ratificó la figura excluyente del clásico. Con Carrasco en lugar del Beto Alonso, River hizo historia ya que fue la única vez que marcó cinco goles en la Bombonera. La sorpresa de Labruna había hecho efecto.