Tucumano, de apenas 33 años, alto y de físico imponente. Con extenso paso por el ascenso, más un apellido peculiar. Morocho y de tonada campechana. Ese es Pedro Argañaraz, el árbitro de la polémica. El personaje en cuestión no ha logrado entrar con buen pie en el arbitraje grande de nuestro país. Casi desde el inicio de su recorrido en Primera División, todo le ha sido muy esquivo. 

En 2013 debutó en Primera División, y al cuarto partido (antes dirigió Estudiantes – Belgrano, Quilmes – Godoy Cruz y Vélez – Lanús), le tocó pisar el Malvinas Argentinas para arbitrar un Godoy Cruz – Boca. Y esa, su cuarta presentación, ba a ser inolvidable por sus errores y por la estampida del final, donde jugadores de ambos equipos se tomaron a golpes de puño. Tal fue de polémico, que desde ese día nunca más dirigió a Boca. Además, jamás dirigió a River; a Racing lo arbitró por primera vez en este semestre (el día de la lluvia torrecial en Avellaneda), a San Lorenzo lo dirigió una sola vez y a Independiente, en una ocasión y por la Copa Argentina. 

Con poco recorrido entre los grandes del país, un hombre que lleva y trae info sobre “pitos y paleros” dice que “no goza de buena reputación arbitral. Es buen pibe, pero no tiene condiciones”. Fumador, incluso en los vestuarios de las canchas, y con un alto tono de voz cuando se enoja (algo que suele incomodar a sus asistentes) Argañaraz es habitué de los partidos de poca monta en Primera. Hace algunas semanas, tuvo un compromiso difícil al dirigir el clásico del Sur en cancha de Lanús. De trabajo más que bueno, cobró tres penales y echó a un jugador de Banfield. El acierto en todos los fallos clave del partido no hizo más que abrir la luz de la esperanza. Pero no … 

A partir de ahí, ya nada fue igual. Un penal que protestó todo Sarmiento en cancha de Banfield y la falta cobrada en el cierre del Vélez – Tigre, aunque sin la exposición que supone un escándalo en un partido de Boca, lo pusieron de nuevo con todas las dudas y la reprobación sobre su cabeza. 

Su página en Wikipedia se cerró por “vandalismo informático” en la mañana de este martes. Queda esperar si la carrera arbitral de Argañaraz tiene otra oportunidad. Por lo pronto, tal como reflejó Doble Amarilla, en la interna arbitral mucho no lo quieren. El propio Elizondo dijo que “no podría las manos en el fuego por él”. Si algo le faltaba a Argañaraz era semejante declaración de alguien como Elizondo, para terminar exponiéndolo tanto o más que los sucesos en Mendoza, hace cuatro años.