Lo de River fue incrible. Fue para emocionarse con lo que jugaron, corrieron y metieron. Es imposible ignorar no solo las bajas, sino que Santa Fé hizo cinco cambios y los 11 de River se lo bancaron hasta el final. Lo de Enzo realmente me deja sin palabras. Se ganó el cielo ofreciéndole al técnico que lo eligiera para suplir un puesto que es tremendamente complicado y encima lo hizo con limitaciones físicas.

Les digo a todos... Miren que nosotros los arqueros conocemos bien el puesto y se nos complicaba con alguna dolencia... ¡Imagínen lo que fue para a él, que sin ser arquero asumió semejante responsabilidad! Sinceramente, lo de anoche era para emocionarse hasta las lágrimas por el valor de la actuación colectiva e individual. Como dijeron Gallardo y Enzo después del partido: demostraron lo que son cómo grupo. 

Los deportistas de alto rendimiento tienen muy buena coordinación y en ese sentido lo vi muy bien a Enzo. No era nada fácil, pero con el correr de los minutos fue agarrando confianza. Hubo una jugada con la pelota dividida. Fue en el primer tiempo. Él estaba solo y no se animó a retener, la palmeó hacia el córner como un jugador de vóley, pero en el segundo tiempo, cuando el equipo rival presionaba y buscaba el gol, fue al segundo palo y rodeado de rivales saltó ante el central colombiano e intentó retener.

La verdad es que con el simple hecho de haberse parado bajo el arco, con lo grande que son esos tres palos en River, club en el que jugué, y la historia que tienen, en un partido de Copa Libertadores y necesitando un triunfo, redondeó una presencia espectacular con la ayuda de los compañeros matándose por bloquear cada remate. Fue una semana buenísima porque lo que hicieron contra Boca también fue una hazaña. La confianza para el jugador termina siendo todo y está claro que en este River todos confían en todos.