(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) La tensión en el Libertadores de América traspasó las pantallas. Antes del partido con Talleres, la hinchada de Independiente ya era clara con Sebastián Beccacece: quería que ponga a Nicolás Domingo, nuevamente afuera del banco. Entre el 2-0 y el 3-2, el estadio fue una montaña rusa de emociones.

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Tras la tensión inicial, el equipo de Avellaneda jugó un gran primer tiempo: con un fenomenal Pablo Pérez y un buen rendimiento colectivo, el Rojo se puso 2-0 con goles de Cecilio Domínguez y Juan Sánchez Miño, que aprovechó una mala salida de Guido Herrera del arco de la "T". Finalizado el primer tiempo, todo indicaba que iba a ser una noche tranquila para el Rojo.

En la segunda parte, precisamente a los 32 minutos, Pablo Pérez dejó la cancha por Carlos Benavídez. A partir de ahí, la película fue de terror: a los 35', descontó Nahuel Tenaglia y a los 41', Leonardo Godoy puso el 2-2 tras una floja respuesta de Martín Campaña. Del festejo y los aplausos se pasó a la tensión, a los silbidos y a un pedido de respuesta a los jugadores.

A muy poco para el cierre, cuando bajaba el telón, Nicolás Figal se elevó en el aire y le dio el triunfo a Independiente con un cabezazo fenomenal. Lo gritó la mitad del estadio, un poco porque parecía que la pelota no había entrado y otro poco porque la jugada tenía pinta de offside. De paso, hubo tangana entre los jugadores de ambos equipos. Finalmente, fue 3-2 y pequeño alivio para Independiente.

La tensión, de todas formas, no se disipó en el Libertadores de América: aunque el Rojo llegó a 13 puntos y se acerca a los primeros puestos, la ciclotimia del equipo no termina de brindarle seguridad a los hinchas y, encima, el DT terminó peleado con la platea. Dicho eso, el balance de los 90 minutos fue positivo para el conjunto de Beccacece, que tuvo minutos de gran fútbol y mereció una ventaja mayor estando 2-0 arriba. Más allá del clima pesado, el Rojo podrá, al menos, seguir construyendo a partir de la victoria...