(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Leucemia. Eso tenía Elías Pereyra. También tenía 13 años y todo un mundo por delante. Pudo haberse derrumbado, debió poner sus sueños de futbolista en pausa durante dos años, cuando estaba dando sus pequeños pasos en las inferiores de San Lorenzo. Afrontó con la entereza de un hombre hecho y derecho, la salvaje quimioterapia, y logró superar su enfermedad. Ahora, San Lorenzo le hizo firmar su primer contrato como profesional y él no pudo contener las lágrimas.

Elías Pereyra es un ejemplo de vida. Una historia más de tantas que existen por detrás de las luminarias del fútbol. El chico le hizo frente a un monstruo enorme y con muchísimos dientes, como es el cáncer. Contó con el apoyo de San Lorenzo, el club dónde soñaba con convertirse en lo que hoy está muy cerca de ser: jugador de Primera División. Y contó con el apoyo, la presencia y los mismos del que en aquel momento era el plantel profesional del Ciclón. Así hoy, entre sus más preciados tesores, Elías guarda una camiseta con el "10", Romagnoli. Hoy, entrena con el Pipi. Uno, terminando su carrera, otro empezándola. 

Tanto es así que este 2017 le regaló a Elías Pereyra la chance de marcar a Lionel Messi, en pleno predio de Ezeiza. Luego, se fotografió con el "10" de Barcelona. Pereyra fue uno de los Sparring de la Selección Mayor en Ezeiza y guarda ese momento como un hito en su vida, pero no a la altura de la 10 azulgrana del Pipi. Este año también le guardó otra hermosa noticia: finalmente, San Lorenzo le hizo contrato como profesional.

La emoción de la familia Pereyra.
La emoción de la familia Pereyra.

Al momento de firmar su primer vínculo profesional con el plantel que hoy conduce Claudio Darío Biaggio, Pereyra se quebró, al igual que su padre, que también celebra esta revancha, ya que guarda los recuerdos de haber trabajado 14 horas diarias para poder costear los remedios de su hijo, mientras su esposa servía de principal sostén. A veces, la vida da revancha. Y Elías, más fuerte que nunca, lo sabe mejor que nadie. ¡Golazo!