(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Definición angustiante, tras una noche típica de copa. Luego de un partido que tuvo lesionados, jugadores que demoraban, amarillas, un expulsado, un penal (vía VAR) y mucha tensión, River se metió nuevamente en la final de la Copa Libertadores. 

Fue 2-1 en favor de los argentinos, tras terminar en desventaja el primer tiempo. Aquella primera fracción del partido había mostrado a River jugando bien y mejor que su rival. La lesión de Ponzio no hizo mella ni en el juego ni en el espíritu de un equipo al que a esta altura de la historia, puede decírsele cualquier cosa, menos que no tiene corazón y estirpe ganadora. 
En el epílogo, cuando los cambios parecían no alcanzar, cuando el esfuerzo del año pesaba en cada pierna, cuando la puerta de salida aparecía cada vez más cerca, llegó el alivio, la lluvia bendita, como dijo Pity Martínez post encuentro. 

Primero Borré le dio esperanzas. Luego, en una jugada de novela, Pity Martínez puso el 2-1. Un tiro de Scocco se había ido al córner. Nadie, pero nadie, percibió lo que en realidad había ocurrido. En paralelo, Jael, extenuado, estiró su dolor de calambre para hacer tiempo. Entro Thaciano, y ahí, el punto cúlmine de la noche. El referee fue a ver el VAR. Se veía, claramente, mano de Bressan en el tiro de Scocco. No fue tiro de esquina, fue penal. Fue Martínez, fue gol.
El eterno descuento, el diluvio en Porto Alegre y el grito riverplatense q se hundía como daga en la firmeza del Gremio de Renato Portaluppi fueron el cierre de una noche de copa épica, de esas que no se olvidan. 

Gol Rafael Santos Borré Gremio vs River 1-1
Penal y gol Pity Martinez Gremio vs River 1-2