La falta de quórum para la votación del reglamento en el Comité Ejecutivo del miércoles pasado fracturó (al menos momentáneamente) a la Superliga en dos grupos. Esa división hoy luce controlable, pero podría ser algo más profunda y peligrosa para la entidad de Puerto Madero si rápidamente no se desactivan los enojos y desencantos de nada menos que la mitad de los equipos.

Todo este desaguisado comenzó hace casi dos meses con el bochornoso fallo del Tribunal de Apelaciones de Superliga. Los jueces ratificaron que San Lorenzo incumplió el fair play financiero no pagándole a su plantel y luego mintiendo en las declaraciones juradas. Sin embargo, decidió reducirle la pena por presiones políticas. Justamente ahí está la clave y la primera gran mancha negra de la Superliga. Tras un pedido de Marcelo Tinelli a Mauricio Macri, comenzó la presión sobre los magistrados para que suavizaran la condena al club de Boedo. El pedido de “Marcelo” a “Mauricio” fue leído siempre en el Gobierno como un favor de cara a la campaña. Ese oscuro pacto enturbió a la Superliga y dio paso a otro pacto para compensar a los clubes que hicieron las cosas de manera ordenada y que ahora veían que ese esfuerzo fue en vano por la falta de Justicia. Esos equipos son los llamados G9 que hoy con el agregado de los ascendidos Arsenal, Central Córdoba y Aldosivi llegan a 12.

Primero, en una reunión en el Hotel Savoy, se apuntó a eliminar los Promedios a cambio de que este grupo no pidiera inmediatamente la remoción del Tribunal por su controversial fallo. Lo que buscaban es al menos una compensación ante el beneficio que había recibido su posible rival por el descenso. Pero rápidamente esa alternativa se cayó. Luego intentaron bajar a dos la cantidad de descensos, pero cuando todo parecía encaminado para ganar la votación, San Lorenzo, el equipo beneficiado por el fallo de Apelaciones, se ausentó de la votación (envió a propósito un representante que no podía sufragar) y traicionó el acuerdo. Esta semana intentaron imponer un esquema para que de los cuatro descensos, dos se definan por promedio y dos por la tabla de puntos. Pero otra vez, San Lorenzo, volvió a girar de vuelta a último momento y, cuando todo tendía a que perdieran la votación, ahí llegó la rebelión.

Esta fractura supone un doble fracaso. Del G9 por confiar en Lammens, pese a que los volvió a traicionar. Y por el ala política de la mesa directiva de Superliga (en esa reunión liderada por el vice Jorge Brito y el secretario Carlos Montaña) que se encerraron caprichosamente en no atender los reclamos de la mitad de los equipos. 

El punto actual de fractura tienen sus riesgos y es claro que hay que frenarlo rápido. Es por eso que intervino ahora un actor clave que sigue teniendo el verdadero manejo político de la Primera: Daniel Angelici. Ya desde Madrid el presidente de Boca tomó el teléfono y empezó a encontrarle un punto de acercamiento para que vuelva la calma a Madero. “Llego y este quilombo lo arreglo yo”, se le escuchó decir el jueves a 10.000 kilómetros de distancia. Es por eso que el viernes, ya en Buenos Aires, empezaron los contactos para destrabar el conflicto.

El grupo de los díscolos sigue firme: quiere encontrar una alternativa a la propuesta oficial de status quo. Es por eso que durante el fin de semana siguieron los llamados y las reuniones para lograr un acuerdo que, según supo averiguar Doble Amarilla, estaría muy cerca de lograrse. 

¿Cuál sería la salida a la paz? Se trata de jugar los próximos 4 torneos con 3 descensos, todos por promedios. Es decir, ya el campeonato que comienza el próximo fin de semana tendría 3 descensos en lugar de cuatro. Esta alternativa luce más fuerte que las anteriores porque cumple con tres objetivos centrales para satisfacer a la mayoría de las partes. Primero, los clubes que se sienten defraudados por haber cumplido con el reglamento y hoy tienen que mirar el promedio, resolverían parte de su inquietud.  Segundo, el torneo en 4 años se llevaría a 20 equipos, algo que los clubes grandes siempre quisieron y por lo que ahora sí podrían acompañar con el voto. Y tercero, este esquema también beneficia a la TV que siempre clamó por un campeonato de 18 o 20 clubes y por eso estaría dispuesta a hacer un esfuerzo económico para acompañar este acuerdo.

Se espera que entre mañana y el martes se termine de definir tras bambalinas el acuerdo para no reiterar el papelón del miércoles pasado. Según pudo saber Doble Amarilla, casi la totalidad de los equipos fueron consultados ya y ven con buenos ojos esta salida.  Es por eso que podría llamarse a una nueva reunión de Comité Ejecutivo para el próximo miércoles. Claro está que esta alternativa siempre quedará ad referéndum de una asamblea en AFA que ya contaría con el ok de Claudio Tapia, que estuvo al tanto de todas las negociaciones que iniciaron el viernes. “Si hay consenso en Superliga, vamos a acompañarlo”, dijo a este medio una alta fuente de Viamonte empapada de la discusión.

La alternativa negociada en persona por Angelici parece ser hoy la clave para poder cerrar la grieta y tener un comienzo del campeonato en paz. Luego restará definir qué sucede con la mesa directiva de Superliga. Hoy son muchos los dirigentes que apuntan al vicepresidente primero de la entidad y de River, Jorge Brito. Son varios los clubes que repiten en voz baja que no lo ven a Brito como un par. Otros aseguran que también intentó influir ante el tribunal de Apelaciones para salvar a San Lorenzo. También es histórica la disconformidad con Lammens, quien en dos años fue sólo a dos reuniones de Superliga pese a ser uno de sus vicepresidentes. Hace dos meses una decena de clubes plantearon en charlas informales pedirle a Mariano Elizondo cambios en su mesa directiva siempre con los mismos apuntados. ¿Se animarán ahora a llevar ese reclamo a fondo?, ¿pensará D’Onofrio en un reemplazante de Brito para ese cargo en Superliga? Hoy lo cierto es que Angelici dio otra muestra de ser quien ostenta el real poder político entre los dirigentes en Madero.