Fue campeón del mundo con la Selección Argentina y vende lapiceras en el tren para sobrevivir
Se consagró con la "Albiceleste" y en la actualidad, recorre el Tren Sarmiento para mantener a sus hijos.
La gloria deportiva, a veces, no se traduce en estabilidad económica duradera. Oscar Moreno, un nombre que resonó con fuerza en el deporte adaptado argentino como baluarte de Los Murciélagos, hoy enfrenta una realidad muy diferente a la de sus años dorados. Campeón del mundo en dos ocasiones (2002 y 2006) con la Selección Argentina de fútbol para ciegos y medallista de plata en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004, fue un símbolo de garra y solidez, ganándose el apodo de "El Muro".
Sin embargo, el presente lo encuentra lejos de los aplausos y las canchas. Moreno recorre los vagones del Tren Sarmiento, una arteria de transporte vital en Buenos Aires, vendiendo biromes para subsistir. Su testimonio es un crudo reflejo de las dificultades que enfrentan muchos atletas, incluso aquellos que alcanzaron la cima en sus disciplinas, una vez que la etapa competitiva llega a su fin.
En los días que considera como buenos puede llegar a juntar hasta 50 mil pesos, pero su objetivo sigue siendo aún más grande. “Me gustaría tener un trabajo fijo, sobre todo en el área del deporte de discapacidad. Creo que tengo potencial para motivar”, comenzó diciendo en una entrevista con la periodista Barbi Corvalán.
Si bien el reconocimiento a su trayectoria deportiva se materializa en una pensión como medallista paralímpico, un ingreso que actualmente ronda los 600.000 pesos, equivalente a dos jubilaciones mínimas, para Moreno esta suma resulta insuficiente para cubrir las necesidades básicas de su familia. “Eso es lo que me lleva el día a día a decir: ‘tengo a los chicos, tengo a mi cargo cuatro hijos’. Gracias a Dios están todos sanos, comen bien, hay que vestirlos, van al colegio”, dijo.
De campeón del mundo con la Selección Argentina a vivir un drama personal
Más allá de su experiencia como consultor y su arraigo en el ámbito del deporte adaptado, la falta de convocatorias por parte de la Federación de Fútbol para Ciegos generó un vacío laboral su vida. Lejos de quedarse inactivo ante esta situación, el espíritu emprendedor y la necesidad de generar ingresos lo impulsaron a buscar alternativas.
“Siempre estoy haciendo cosas desde que dejé la Selección. Vendía puerta a puerta cosas que hacía mi esposa, como pan casero. También pusimos un puesto de tortilla en Isidro Casanova con mi hijo”, manifestó el campeón con la Selección Argentina.
No obstante, comenzar en el tren no fue una simple decisión. “Mi familia no quería saber mucho de que subiera al ferrocarril, por el peligro, por estar en movimiento, bajar en una estación y subir en otra”, rememoró.