En silencio, y con mucho trabajo, armó un plantel que además de dejar todo por la idea futbolística, es solidario entre sí y se entrega sin pensarlo. De la adversidad hizo su fuerza y de las criticas sacó la entereza para seguir adelante, formarse y terminar consiguiendo lo que muchos quisieron y muy pocos pudieron.

Cerca de las 23 horas, el árbitro Esteban Ostojich pitó y automáticamente una montaña humana de jugadores argentinos fueron con el 10. Para abrazarlo y disfrutar con el capitán eso que esperaba hace mucho tiempo y que tantas veces se le había negado.

En el banco, había un hombre que, tranquilo y en silencio, se dedicó todos los días para hacerlo posible. Aprendiendo todo el tiempo, evolucionando y formando un grupo humano que terminó cortando una racha horrible de 28 años sin títulos.

Menospreciado, bastardeado y muchas veces hasta aguantando faltas de respeto por parte de los comunicadores y de la gente, Lionel Scaloni se aisló de todo y trabajó junto a su cuerpo técnico para llegar a conseguir lo que ha logró en el Maracaná.

Como seleccionador, desde el inicio demostró sus condiciones, realizando un recambio que se veía necesario, pero que nadie se animaba a aplicar. Es cierto que, a priori, había nombres más rutilantes para elegir. Tampoco vamos a ser necios, pero así de cierto es también que ninguno se animaba 100% a ser parte de este proceso de recambio y asumir el control de una Selección Argentina que venía de un golpazo tremendo en Rusia 2018.

Se hizo cargo en Alcúdia y allí comenzó este camino, donde de a poco empezó a seguir jugadores que habitualmente no eran tan tenidos en cuenta, aprovechando muchos partidos para probar y probar.

Es real que podemos poner en debate el cómo ha llegado a ocupar el lugar, pero no por eso podemos obviar su constante evolución en el puesto de técnico. Se la jugó por Emiliano Martinez, por Cristian Romero, potenció a Rodrigo De Paul, hizo de Nicolás González uno de sus estandartes y sobre todo, encontró la mejor versión de todas de Lionel Messi como capitán y referente de la Argentina.

Consiguió rendimientos parejos, competencia interna sana y que cualquiera que ingrese rinda como para no volver a salir, algo difícil en estos tiempos.

Bastaba con ver las redes sociales para entender que se podía, que el clima era distinto a otros años y otras competiciones y que el grupo estaba formando unos cimientos muy importantes, sobre los cuales sólo queda construir y construir.

Ser DT hoy es mucho más que poner 11 jugadores en una cancha y realizar microciclos de entrenamiento, planificaciones, tácticas, estrategias y todo lo que concierne a lo técnico. El entrenador de hoy debe ser claro a la hora de comunicar, de bajar su idea. Tiene que ser un gran hacedor de grupos, motivarlos, potenciar rendimientos y hacerlos sentir humanos.

Apoyado por un cuerpo técnico de élite, cada uno cumple un rol claro y decisivo para esa formación de grupo. Quizá de lo mejor que pueda mostrar esta nueva camada de jugadores que nos han despertado la modorra que sufríamos con la Selección. Y que nos han devuelto, por suerte, ese gran fuego sagrado que caracteriza al hincha argentino por este hermoso deporte y por nuestro equipo nacional.

Decir que Scaloni, Ayala, Samuel y Aimar no tienen chapa para estar en la Selección es desconocer la historia. Cada cual en su momento ha pasado por ese predio y sabe lo que es ser parte de un proceso así. Si bien es cierto que es muy raro que la primera experiencia de un DT sea una Selección, no es menos veraz que con muchos consagrados nos ha ido de pésima manera.

Los números lo avalan y hoy Argentina es la segunda selección del mundo en mantener una racha positiva por detrás de Italia. 20 partidos sin perder (12 triunfos y 8 empates) solventan estas líneas, más un título. Con esos números, es imposible quitarle mérito a un entrenador. Decir que “tiene suerte” es desconocer un trabajo.

El abrazo final de Lío Messi con el técnico es un mensaje claro: no busquemos más, estamos bien, nos sentimos muy bien, somos felices después de mucho. Y diferencias al margen, vayamos todos detrás de esto. Resultados al margen.

Puede gustarte más o menos las formas en las que Argentina juega. Desde ya que tiene cosas para corregir. Pero la realidad indica que ante la adversidad hay dos caminos bien marcados: claudicar y caer en la chicana a la que querían someter al entrenador o elegir lo que eligió Scaloni. Potenciarte, hacer oídos sordos, trabajar, aprender, mejorar y hacerte fuerte ante todo ese ruido que se genera alrededor.

Gracias por enseñarnos también que la mejor forma de callar comentarios es trabajar y demostrar donde y como corresponde. Al fin y al cabo, el fútbol es mucho más que 11 vs 11 atrás de una pelota.