(Desde Nizhni Nóvgorod, Rusia) Croacia le propino un golpe tan certero como letal a la Selección Argentina al derrotarlo por 3-0 en un resultado que deja al conjunto dirigido por Jorge Sampali al borde de la eliminación de este Mundial de Rusia 2018.

Luego del empate 1-1 con Islandia en el debut y los cambios de esquema y nombres para este segundo compromiso, Argentina no encontró reacciones ofensivas y demostró las mismas dudas en defensa que lo llevaron a dejar su excursión por Nizhni Nóvgorod con un golpe que parece letal.

En el solsticio de verano con el día más largo, la Selección sufrió una noche corta pero llena de pesadillas porque a un casi ausente capitán le volvió a sumar una tenencia sin profundidad ni sorpresa.

Las buenas intervenciones de Enzo Pérez, las ganas de Marcos Acuña y algunas apariciones esporádicas de Maximiliano Meza no fueron suficientes para un primer tiempo que terminó con el marcador en blanco.

Enzo Pérez tuvo la más clara pero del otro lado Mandzukic tuvo la suya y Rebic una clarita para abrir un tanteador que quedó en blanco.

En el segundo tiempo llegó la debacle: primero con un error en una salida de Wilfredo Caballero, elegido para ser titular por Jorge Sampaoli por su habilidad con los pies en uno de sus principales argumentos.
Su despeje corto le quedó a Ante Rebic que con una volea colocó la pelota en el ángulo y empezó un tobogán que nunca más se detuvo.

Los ingresos de Gonzalo Higuaín, Paulo Dyabala y Cristian Pavón fueron testimoniales porque la historia no cambió porque no era que Messi necesitaba un socio sino que él no conseguía encontrar una versión aunque sea estándar de su nivel.

Y sobre el final llegó el golpe de gracia: primero con una gran jugada de Luka Modric que se balanceó de un lado para otro y sacó un remate inatajable para dejar en claro su calidad, esa que lo llevó a ser titular en el Real Madrid.

Y como si no fuera suficiente el tercero fue obra del otro baluarte que tiene esta Croacia tan oportunista como certera: ya que Ivan Rakitic, el compañero de Leo en Barcelona, luego de estellar un tiro libre en el travesaño recibió en soledad un contragolpe y empujó la pelota a la red.

Ese gol fue como una daga que se clavó en el corazón argentino y que parece tener destino inexorable de dejar una marca que quedará por cuatro años… porque parece marcar un adiós del Mundial… aunque todavía las matemáticas dejan abierta una ilusión, esa que no encuentra ningún sostén desde el aspecto futbolístico y anímico.