(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Argentina tiene la llave para abrir los candados e intenta desbloquear los cerrojos con granitos de arena. El desprecio por los antecedentes exitosos abruma. Es una daga que clavan desde el entrenador hasta el aparato mediático dominante. Todos los debates hacen el vaivén línea de cuatro contra línea de tres, cómo proteger a Mascherano o quién debe ser el centrodelantero, con eje en la gran pregunta: cómo rodear a Messi. Y cómo rodear a Messi siempre estuvo claro. Las pistas sobran, pero tanto pisoteo las va borrando y convenciendo a la sensibilidad popular de que el remedio fue el veneno.

Si algo está claro es que el tiempo pasa para todos, incluso para Messi. No le podemos exigir que su gambeta desate los ceros de cada partido, que fabrique unipersonales desparramando de a cuatro o cinco rivales. La naturaleza regala, pero también cobra impuestos. Este Messi, aún goleador premium, pero cada vez más organizador, precisa lo que precisó siempre a nivel selección, pero todavía más: dos opciones de pase por delante. Y no dos simples opciones: dos que sepan perfilarse, que tengan nota alta en lectura de espacios, que convivan con el gol, que sepan asociarse, que combinen características que ofrezcan matices y variantes a la hora de la definición y, si se puede, que tengan empatía. 

Messi necesita socios. Los socios acompañan, no se limitan a observar. Los socios llegan, no están de espaldas. Los socios aportan factor sorpresa, no son referencia insulsa. Lionel Messi disputó, desde el arranque y tomando en cuenta tramos de partidos, un total de 21 encuentros con dos delanteros netos por delante. En el 95% de los casos, esa combo lo conformaron Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín. Los dos integran la lista.

La primera prueba nos remonta al ciclo Batista y a la goleada 4-1 contra España en cancha de River, cuando uno de los integrantes de la dupla fue Carlos Tevez. Con el Expediente Carlitos erosionando la sintonía grupal, fue el turno de Kun y Pipita, que convivieron por primera vez con Messi y Di María en cancha en el 3-0 ante Costa Rica por la Copa América 2011.

De esos 21 partidos, Argentina ganó 13, empató 7 y solo perdió el ST ante Brasil por Eliminatorias, encuentro que terminó 0-3 y que los tuvo en cancha desde el 0-2.

Dentro de esos 21 partidos hay victorias ante Alemania en Alemania, Suiza en Suiza, Colombia en Colombia, Chile en Chile. Esa selección, con esa estructura, desfiló en las Eliminatorias hacia Brasil 2014 goleando a Uruguay, Ecuador, etc. Contra Colombia fue el salvavidas del ciclo Sabella. Con el supuestamente desequilibrado cuarteto entre Di María, Messi, Agüero e Higuaín, lo que menos hizo Argentina fue sufrir. Con el tridente en cancha se vieron las mejores versiones de cada uno. Argentina convirtió 33 goles y recibió solo 7.

¿Qué pasó? Ni Agüero, ni Higuaín llegaron plenos al Mundial 2014. Sin embargo, dejaron su sello en el crecimiento futbolístico del equipo ante Bosnia, luego de que Sabella ensayara de entrada con línea de cinco. Fueron socios en el 3-2 ante Nigeria, único partido en el cual la selección hizo más de un gol. Insólitamente, Martino se aferró a un sistema y jamás los puso juntos. Jamás, pero en el inconsciente popular ancla que jugaron quichicientos partidos y fueron responsables de todo. Lo cierto es que el ex entrenador de Newell's nunca apostó por lo que había dado resultado desde el funcionamiento y los números. Y llegó Bauza, y solo los juntó ese rato ante Brasil y desde el arranque ante Chile, partido que finalizó con victoria. Y aterrizó Sampaoli, y entre licencias y lesiones no recurrió al tridente hasta los últimos minutos contra Islandia, cual manotazo de ahogado.

Lo que llama la atención es que ni siquiera fue algo ensayado para un entrenador que hace un postulado de la empatía y prueba variantes a ritmo frenético. Nadie tiene más empatía con Messi que Agüero e Higuaín. Juntos. Los dos. Le liberan caminos, le arrastran marcas, se asocian, saben jugar con la línea del offside, le suman preocupaciones al rival, Higuaín le da sentido a la resolución aérea. 

Sampaoli pensó en darle rodaje a Pavón y ahora se plantea guardarlo en el banco. Ojalá que no termine en la versión futbolera del corralito. El equipo con el cual práctico es lógico en cada una de sus líneas, con Enzo Pérez o con Meza, y si Pavón juega en la línea del punta más centralizado, delante de Messi, aportando velocidad, gambeta, desparpajo, capacidad de asistencia a Kun. Mercado, Otamendi y Tagliafico, más allá de algún déficit en estatura, pueden convivir en una línea de 3 (perfectamente explicada por Sampaoli en la conferencia de hoy ante tanto lugar común que refiere a que es un sistema más peligroso para defender que la línea de cuatro). Mascherano y Enzo Pérez pueden compartir el círculo central y el actual jugador de River se puede desprender y ser nexo con Messi, como sucedió en Ecuador. Salvio y Acuña tienen la stamina para cumplir el recorrido como laterales-volantes externos. Messi flotando hace mucho más daño que estancado. El tema es que ahora Sampaoli piensa que Pavón sería más productivo en el segundo tiempo, como si existiera la chance de conocer el desarrollo por anticipado. Y, así, Messi se va quedando cada vez más solo cuando pide compañía a gritos.

Si juega Meza, que con sentido común debería ser la competencia de Enzo Pérez en esta distribución, y si Messi se acerca a Agüero, Argentina dependerá del éxito de la presión en sectores puntuales y la precisión para la asistencia rápida al crack de Barcelona, cuestión de que Leo tenga campo a favor y la menor cantidad de rivales posibles por delante. Eso sí, será atarse al recurso del unipersonal y la combinación con Agüero si esos volantes que recuperan no llegan. Sampaoli manifestó que pretende que cinco jugadores argentinos pisen el área rival cada vez que su equipo ataca. Ese es el desafío. Pero así como llegar es más importante que estar, el vínculo con el gol es esencial y no es una virtud que se compre de un día para el otro. Ni Salvio, ni Enzo Pérez, ni Acuña, ni Meza son jugadores con una interesante cuota goleadora. 

Sampaoli está ante un partido que definirá su capacidad como estratega. Podemos conocer las cartas, pero no cómo serán las manos. Siempre hay que darle el beneficio de la duda previa al entrenador. Eso sí, ignorar los antecedentes en cuanto a funcionamiento y eficacia que representa el tridente Messi, Agüero e Higuaín es como despreciar agua en el desierto a punto del colapso.