(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Lo primero que hay que marcar de aquella final de Italia '90 es que la Alemania de Franz Beckenbauer era más equipo y llegaba mejor al encuentro final que la Argentina de Bilardo. Habiendo eliminado a Holanda, República Checha e Inglaterra, el equipo teutón llegaba dispuesto a tomarse revancha. Argentina, en cambio, llegaba diezmada y habiéndose valido de los penales para destrabar dos de sus compromisos.

Sin embargo, si no fuera por Edgardo Codesal y el "penalcito" que le dio a los alemanes, quizás, la historia era otra. Aquel equipo de Bilardo mostró en la final la misma valentía que en el resto del campeonato. Sin Giusti ni Caniggia, bajas desde que finalizó la semifinal con Italia y con Diego Maradona en una pierna, el elenco del Doctor le opuso resistencia a una Alemania Federal que se había quedado con la sangre en el ojo en el Estadio Azteca, cuatro años antes.

Fue 1-0, con gol de penal de Andreas Brehme, a los 40 de la segunda mitad. Aunque Goycochea volvió a acertar la punta, esta vez no pudo detener el disparo. A la Argentina, el árbitro mexicano le expulsó a Pedro Monzón por una dura infracción sobre Klinsmann y después a Gustavo Dezotti. También se dio el gusto de amonestar a Diego Maradona. Antes, no había cobrado un claro penal sobre Calderón, ni tampoco uno que cometió Goyco en el inicio de la segunda mitad. 

Aquel equipo de Bilardo, por su heroísmo, mereció, al menos, ir al alargue en la fría noche romana. Futbolísticamente, Alemania fue más, pero el penal polémico dejó un mal sabor de boca a todo un país.

Hubo que esperar 24 años para volver a una final del Mundo y, una vez más, la historia marcó Alemania y el partido se desarrolló a la inversa: Argentina fue más, pero los alemanes acertaron el tiro de gracia en el suplementario. ¿Habrá cuarto capítulo de esta saga en Qatar?