(De la redacción de DOBLE AMARILLA) Otra vez el Kazán Arena fue testigo de la caída de un campeón del Mundo. Así como Alemania se fue eliminado ante los coreanos, Argentina cayó ante Francia, Bélgica dio cuenta de Brasil, en este estadio que se asemeja al "Cementerio de los Elefantes", pero escrito en ruso. 

Lo que sucedió entre brasileros y belgas lejos estuvo, igual, de ser un trámite. Brasil arrancó mejor, pudo meter algún gol, pero el palo se lo negó a Thiago Silva, Gabriel Jesús erró por impericia propia y Courtois supo ponerle las manos a las que iban con destino de gol.

Del otro lado, Bélgica se encontró con una mano de la suerte y luego elaboró su propia suerte con un contragolpe magistral. Primero, Fernandinho metió en contra un cabezazo de Vincent Kompany que iba derecho a Alisson. Luego, Kevin De Bruyne ajustició a Brasil, tras una contra manejada de manera magistral por Romelu Lukaku, que es "9", pero se comportó como el más avezado de los números 10, cuando iban 31 de la primera mitad. El primer tanto llegó a los 10'.

Y si de números 10 hablamos, el partido que hizo Eden Hazard fue descomunual, mientras Neymar se deshacía en quejas y en choques contra la muralla belga, el 10 del Chelsea cada pelota que tocó lo hizo con criterio y cuando corrían los 5' de adición, supo llevarla a la heladera, para que el tiempo corriera.

Bélgica ya pintaba bien en 2014, pero el gol de Gonzalo Higuaín y el oficio de la Argentina de Alejandro Sabella lo dejó sin nada. En 2018 parece haber aprendido de sus errores. "Bob" Martínez, el DT, leyó que había que armar una línea de 5, porque los de Tité se venían y bancar arriba con Hazard, Lukaku y De Bruyne. El problema era de Brasil, era el candidato y el que estaba obligado, por historia y por estricto presente. Así lo entendió y así le jugó el segundo tiempo.