(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Todo tiene que ver con todo. El fútbol y la política marchan de la mano desde hace décadas. Los partidos, como dice una vieja canción de los hinchas, se ganan en la cancha y también afuera de ella. La situación de la Asociación Uruguaya de Fútbol ha dado mucho material en los últimos meses, y seguirá dándolo. 

Ahora regida por una Comisión Regularizadora que debe encargarse de encauzar el rumbo y alcanzar la aprobación del nuevo estatuto, de acuerdo a lo que marcan FIFA y Conmebol, la AUF pasa por un momento tan tenso como importante. El encargado de comandar el barco es Pedro Bordaberry, integrante de una familia con mucha historia y recorrido en la historia de la política charrúa. Su padre (Juan María), por citar solo un caso, fue presidente de Uruguay en los 70. Actualmente Pedro Bordaberry es senador por el Partido Colorado y antes fue candidato a primer mandatario. 

Pero, a pesar de la importancia de su apellido o de la carrera política que lleva adelante, hubo un factor fundamental para que llegue a ser la cabeza de la Comisión nombrada por FIFA. Juan Martín Bordaberry, hermano de Pedro, está casado con Sarah Cartés, hermana del hasta hace pocas semanas presidente de Paraguay, Horacio. Se sabe que la relación entre los Cartés (fundamentalmente Horacio) y Alejandro Domínguez (presidente de Conmebol) es estrecha. Forman una alianza política y sus movimientos en bloque no son casuales. Compartieron transacciones comerciales (los Cartés le compraron a Domínguez un pool de medios en el cual el actual mandamás de la Confederación se mantuvo trabajando luego de la venta del paquete) y trabajaron codo a codo para lograr meter a Paraguay en la conversación para la organización del Mundial 2030, que en principio iba a tener una candidatura solamente binacional con Argentina y Uruguay. 

Desde Asunción se traccionó, rosca mediante, para que Pedro Bordaberry llegue a la Regularizadora uruguaya. Los llamados y gestiones con FIFA fueron clave para que el martillo se bajara pronto y se decidieran por el hijo del ex presidente para ordenar el fútbol uruguayo. La clave de todo esto es la siguiente: En Asunción necesitaban tener a un alfil fiel y con peso para esta etapa de transición del balompié uruguayo. El estatuto era un tema a atender, y también estaba otro frente que tiene Domínguez desde hace tiempo: el papel que juega el empresario Paco Casal en el ámbito uruguayo. 

Entre Domínguez y Casal hay una vieja disputa, y el paraguayo no quiere bajó ningún punto de vista que Casal tenga injerencia alguna en el fútbol uruguayo. Para eso, desde Asunción lograron alinear a los jugadores emblemáticos de la Selección celeste. Abanderados por Diego Lugano, los jugadores de peso salieron a encolumnarse detrás de Bordaberry. Incluso, se afirmó que los futbolistas en su totalidad estaban consustanciados con la intervención de la AUF y el nombramiento del Senador. Pero, a juzgar por los roces que surgieron en la Mutual de Futbolistas de Uruguay, no todo parece ser así. Según informa el semanario montevideano Brecha, la Mutual decidió en una asamblea no acompañar el nombramiento de Bordaberry, algo que si hicieron los árbitros y los clubes del interior. Así las cosas, el documento en el que los futbolistas manifestaban su apoyo al interventor fue firmado solamente por los referentes del seleccionado. 

El futbolista Agustín Lucas fue quien evidenció las diferencias entre los jugadores, al cuestionar: “¿Qué diferencia hay entre pedir la intervención y apoyarla una vez que otros la pidieron? Presidente Bordaberry, le agradezco que aclare que jugadores pidieron por Usted y lo apoyaron, porque yo soy futbolista y no pedí por Usted ni lo apoyo, y me consta que la Mutual tampoco lo hizo”. A pesar de la intención de algunos clubes de impulsar una impugnación de Bordaberry desde la Mutual, ese plan no llegó a buen puerto. Por ende, el apoyo de los jugadores para el titular de la Regularizadora no fue tal como pareció en una primera instancia.