La primicia dada ayer por Doble Amarilla generó un fuerte cimbronazo en las estancadas aguas de la candidatura sudamericana para organizar el Mundial 2030. Desde esta redacción, se informó que el Gobierno argentino tomó la decisión de “dejar morir la candidatura lentamente”, pese a que debido al alto costo político que pagaría, no iba a anunciar formalmente su decisión. El hecho, que se verá con el tiempo y con las acciones, se sustenta en la delicada situación económica que atraviesa el país y en el compromiso adquirido tras el acuerdo con el FMI de revertir el déficit fiscal y avanzar hacia un superávit del 1% del PBI para 2020, algo que significa recortar gastos por $929.300 millones.  

Lógicamente, luego de que la información recorrió medios nacionales e internacionales, Fernando Marín, coordinador general por la Argentina para la iniciativa 2030, salió a negar que el país se retirara de la candidatura. "Dados los trascendidos sin fundamentos, los gobiernos de Argentina, Uruguay y Paraguay ratifican la postulación para el Mundial 2030. El espíritu y el compromiso que asumieron oportunamente los Presidentes de nuestros países está absolutamente vigente”, dijo por diversos medios y en comunicación con Doble Amarilla.

Sin embargo, desde otros despachos del Gobierno nacional, seguían ratificando a Doble Amarilla la información y cada vez con más fundamentos. “Es inviable en este contexto. Déficit cero mata Mundial”, definió ayer por la tarde una alta fuente con conocimiento desde el primer momento de la iniciativa 2030. A pocos metros de Balcarce 50, la evaluación que hacían sobre la posibilidad de organizar un Mundial era más pesimista aún. En el Palacio de Hacienda confirmaban que ni siquiera tienen en carpeta la iniciativa y que en “los últimos meses hubo claramente otras urgencias”. Confiaron a este medio que no hay conocimiento ni de proyecciones reales de necesidades de infraestructura, ni de evaluaciones crediticias, ni informes sobre los impactos positivos y negativos que pueden generar sobre la economía el organizar una Copa del Mundo. Esta última preocupación luce muy atendible teniendo en cuenta que los Mundiales de Brasil y Rusia trajeron también muchos dolores de cabeza a los ministros de economía con, por ejemplo, disparada de la inflación provocada por el incumplimiento del programa de inversión y errores de cálculo del número final de desembolso por parte del Estado.

El reflejo de desmentir no terminó de traer la tranquilidad a los países socios del proyecto. Pese a tener que creerle a Marin, hay dudas sobre la fuerza que Argentina le vaya a imprimir a la candidatura en los próximos meses. Ayer por la tarde, desde Presidencia de La Nación se apresuraron en salir a informar que ya había previstas reuniones del Comité Organizador para los próximos días. Sin embargo, minutos más tarde desde Conmebol, Uruguay, Paraguay y el propio Marin admitían a Doble Amarilla que no hay aún ningún mitin organizado para los próximos meses. Por la tarde, el Secretario de Deportes de Uruguay, Fernando Cáceres, comentó en el programa Fox Sports Radio que Marin le había confirmado que, tras reunirse con el presidente Mauricio Macri, estaba trabajando en convocar a un encuentro que aún no tiene fecha. El temor que hay en otros países y Conmebol es que el apresuramiento por reactivar las reuniones sea sólo un “acting”.

La desmentida oficial tampoco aclara las dudas ni revierte la falta de acción concreta para cumplir con el sueño mundialista. Así quedan en el aire preguntas que aún no tienen respuesta….

¿Por qué aún no se presentó ningún plan de análisis de inversión y solamente el Comité gira en las reuniones con dos planillas de excel con números básicos? ¿Por qué no se avanzó en los pedidos de análisis de infraestructura que Conmebol le hizo al Comité en la reunión de febrero en Punta del Este? En esa oportunidad, Argentina presidía el Comité y escuchó el reto del ente sudamericano. “Si no conseguimos respaldos importantes del Banco Mundial, un apoyo explícito de todo el arco político de los tres países y un proyecto de infraestructura para estadios, alojamientos, transporte y seguridad… entonces NO tenemos Mundial ni nada”, había advertido Conmebol tal como informamos en su momento. Ocho meses después, el panorama no cambió. ¿Por qué desde ese momento sólo se avanzó en la presentación de un logo, dos “power point” y la proyección de un video en Moscú que apelaba a la emotividad del Centenario?

Pero las preguntas siguen. Los tres países pidieron que la elección del organizador del Mundial 2030 se anticipe al año 2020, en lugar de hacerse en el Congreso FIFA de 2022 previo al Mundial de Qatar. El argumento es que, desde ese mismo momento, los países deberían empezar a ejecutar obras de infraestructura para, una década después, poder albergar la Copa del Mundo. De aceptar FIFA ese pedido, no se explica cómo va a hacer la Argentina para librarse del cepo al gasto público que le impuso el FMI en el entendimiento firmado hace algunas semanas. Pero no sólo eso. Desde que se presentaron en febrero esos números básicos, hubo una fuerte devaluación que complica cualquier megainversión en dólares. Como dato, durante ese mitin en Punta del Este el dólar cotizaba a $19, en Rusia, cuando fueron mostrados los números por última vez, la divisa estadounidense ya tenía un valor de $28. Hoy ya se mueve en bandas entre $37 y $42. En un análisis certero de fondeo, esos números ya no sirven de mucho. 

En cuanto a la política también quedan preguntas inconclusas. ¿Por qué no se avanzó en un acuerdo con la oposición para la realización del Mundial tal como reclamó Conmebol?, pero principalmente ¿por qué las cancillerías de los tres países no presentaron aún el documento formal para la candidatura de las tres naciones?

Ayer, Marín decía al diario La Nación: “¿Se puede pensar que un memorándum de entendimiento firmado por los tres países, y que ya tuvo una presentación en Moscú durante el Mundial pueda caerse unilateralmente por pedido de un país, sin previa reunión?”. La respuesta hay que buscarla en los antecedentes. Cabe recordar cómo se sumó Paraguay a esta iniciativa que originalmente era entre Argentina y Uruguay. A fines de agosto del año pasado, horas antes del encuentro que Argentina y Uruguay jugaron en Montevideo por las Eliminatorias para Rusia 2018, el entonces presidente de Paraguay, Horacio Cartés, y el de Conmebol, Alejandro Domínguez, anunciaron en conferencia de prensa que ese país se sumaba a la postulación. Todo se dio luego de una charla entre los paraguayos y Mauricio Macri. El anuncio cayó como un baldazo de agua fría en el mismo Gobierno uruguayo, quien desconocía este arreglo entre Asunción y Buenos Aires. Ese malestar generó una tensión no sólo futbolera, sino también diplomática entre las tres naciones, que terminó de zanjarse durante la visita del presidente de FIFA, Gianni Infantino, a la Argentina. En Uruguay, aún tienen vivo este antecedente.

Cabe preguntarse también ¿Qué fue lo que más molestó al Gobierno argentino? ¿que saliera a la luz algo que puertas adentro ya está hablado o el momento en que se dio a conocer? ¿Molestó acaso que se dé en el marco de los exitosos Juegos de la Juventud y cuando aún esperan la confirmación cursada al presidente de FIFA, Gianni Infantino, para que la semana próxima venga a Buenos Aires? 

Las preguntas son muchas, las respuestas escasas. El costo político y popular de bajarse de una candidatura es alto, lo cierto es que hoy no hay plazos que apuren a la Argentina a formalizar esa decisión que ya se tomó puertas adentro. Ayer en Gobierno inclusive, se admitía que si FIFA no adelanta a 2020 la elección, quizás sea el próximo presidente el encargado de sepultar las aspiraciones mundialistas...