Ataque barra, custodia policial a la familia, pelea con el profe Kohan, tensa relación con parte de la dirigencia, son sólo algunos de los detalles menores de las causales del fin de ciclo exitoso de Ariel Holan en el banco de Independiente. El miércoles, el entrenador confirmó la primicia que Doble Amarilla dio a penas terminado el encuentro que consagró a Independiente campeón de la Sudamericana y cuando los jugadores aún festejaban en el césped del Maracaná copa en mano. En una carta al “pueblo Rojo” expresó los motivos de su renuncia, pero como siempre, hay más…

La decisión de la salida de Holan estaba tomada al menos un mes antes que el club jugara la gran final. La relación entre los Moyano y los moyanistas con el entrenador sufrió un episodio que marcó un quiebre imposible de remontar por más “acting" que hicieron ambas partes. Los motivos hay que buscarlos precisamente en las fojas de la causa que llevan adelante el juez Luis Carzoglio y la fiscal Laura Carballal por el apriete de ‘Bebote’ Alvarez al entrenador.

Es cierto que Holan declaró que el famoso último encuentro con el barra fue “tranquilo” y que “no se sintió amedrentado”, según la testimonial de Holan. Pero la fiscal y el juez consideran que hubo intimidación en ese encuentro y en anteriores y por eso ordenaron la detención de Alvarez. Sin embargo, según fuentes judiciales, no terminan de comprender algo básico en el fútbol: ¿por qué las víctimas de la violencia no terminan de ir a fondo cuando la Justicia está de su lado?

Cuando la fiscal empezó a investigar ocurrió algo lógico: se ordenó el monitoreo del celular del entrenador. El objetivo era interceptar cualquier llamada o amenaza barra que pudiera convertirse en prueba. Pero la jueza encontró algo más. Descubrió cuál era la visión que tenía el entrenador respecto al apriete que había sufrido.

Según pudo saber Doble Amarilla de fuentes de la investigación, en diversas escuchas el entrenador culpa a los dirigentes del apriete de la barra. En una de las charlas escuchadas alguien le comento la versión respecto a que el entregador de ese día fue nada menos que el vicepresidente Noray Nakis, hoy justamente preso por su relación turbia con los violentos. Pero las escuchas no frenarían ahí. En otras llamadas el entrenador relata sus sospechas respecto a la relación de la barra con otros dirigentes del ala de los Moyano. Un dirigente que tuvo acceso a esa información, la hizo llegar rápidamente a oído de los Moyano  quienes tuvieron que maquillar su furia.

“Es un traidor”, se escuchó decir a un dirigente una semana antes del Macanazo. Ahí el futuro de Holan estaba ya escrito aunque la gran final y las elecciones obligaban a disimular que la dirigencia imploraba que Holan no siguiera. El DT también lo sabía. En los últimos días vio cómo se fue enfriando la relación. En el vuelo de vuelta de Rio de Janeiro, Holan cantó desaforado y festejó el triunfo. Los presentes cuentan que el dialogo con Pablo Moyano era casi lacónico por parte del camionero, casi que le contestaba de compromiso. Holan, entendió todo. Era imposible convivir con una dirigencia a la que le desconfía y aún peor una dirigencia que no confía en él. Jamás Hugo Moyano se sentó en sus 55 años de gremialista a negociar algo, cediendo todo. Ese paso de actuación, dicen, fue muy distante a la gélida reunión con mantuvieron el dirigente y el entrenador donde se decía que se buscaba la continuidad. Luego de ese encuentro, ya Holan sólo tuvo tiempo de redactar su carta de despedida. A esa altura, los Moyano ya estaban más preocupados por la final que jugaba horas más tarde el club Camioneros por el ascenso al Federal B, que por velar al DT campeón...