(De la redacción de DOBLE AMARILLA) “No voy a jugar en estas elecciones”, repetía de un lado de la línea Juan Román Riquelme. Del otro lado, lo escuchaba el presidente de la Nación, Mauricio Macri. Ocurrió menos de 24 horas antes de lanzar la bomba que iba a revolucionar la arena política xeneize. Un nuevo "Topo Gigio" a Macri, dirán desde el búnker de Ameal. Una muestra de que detrás de su elección hay muchos más factores que su “amor a Boca” o el pedido de su hijo Agustín comentan otros con un poco más de análisis.

Las últimas 24 horas de Riquelme fueron lo que el astro siempre soñó para ingresar formalmente a la política: recibió llamados y tironeos desde todos los espacios de la política bostera y nacional. A decir verdad, desde hace años con cada palabra, con cada gesto, con cada silencio, Román juega a la política. Su habilidad fue siempre esconderlo ante el hincha, camuflarlo apelando al romanticismo xeneize. Esta vez, aunque lo sigue intentando, ya es difícil disimularlo porque desde ayer bajó al embarrado terreno político, un campo que probablemente no tenga un fango de la misma consistencia que la de los potreros de San Fernando y que podrían ser una especie de arena movediza para el omnipotente diez.

“Me molesta cuando veo que se están peleando por el poder y que el club está tan politizado demasiado”, lanzó Riquelme en su primera irrupción en la campaña durante el programa de Sebastián Vignolo una semana antes del cierre de listas. Su accionar fue exactamente todo lo contrario. Se puso en el centro de la escena y empezó a negociar con todos a tal punto que vivió su éxtasis de ego político durante la jornada del martes.

Corría la tarde del martes y Riquelme empezaba a cerrar una definición. Ese día tuvo sus últimas charlas con Ameal y su equipo. Allí ultimó detalles de sus pedidos específicos, de manejo del fútbol y hasta habló de nombres a incorporar a su equipo. Tras la charla, Ameal supo que no se le podía escapar. Además, muchos de sus amigos del fútbol y posibles integrantes de su “proyecto futbolístico para que Boca vuelva a sus épocas de gloria” le repiqueteaban desde hace semanas que debía jugar con Ameal o no jugar.

Hasta el fin de semana, y tras negociar intensamente con el oficialismo, Román estaba más cerca de no participar en la elección. Desde su entorno repiten hasta el cansancio que al diez lo incomodaron algunos datos que le acercaron. Por un lado, algunos sondeos (quizás con poco sustento estadístico) le mostraban que una gran parte de los hinchas prefería que el ídolo no se metiera en política aunque lo querían a cargo del fútbol. Por otro lado, esos mismos guarismos le habrían reflejado que una alianza con el oficialismo, más precisamente con Daniel Angelici, podría jugarle en contra a su imagen. Para la mayoría de las glorias futbolísticas que se convierten en ídolos mesiánicos, su imagen es más importante que el club de sus amores y esta no es una excepción.

Enterados de las charlas de Riquelme con Ameal, en la tarde-noche del martes desde el oficialismo hubo dos contactos telefónicos con el astro. Primero lo llamó Angelici. Tras una breve charla amena, el presidente de Boca lanzó: “Qué vas a hacer Román?”. El diez respondió que no iba a participar de las elecciones con ninguna lista y dio explicaciones del porqué de su decisión. Los contactos entre el oficialismo y Riquelme fueron muchos en el último mes. La mayoría los encabezó directamente Angelici. En el último que hubo cara a cara con su entorno (una semana atrás), al oficialismo le había quedado la sensación de que podían cerrar un acuerdo. Sin embargo, en esas charlas nunca hubo una respuesta rotunda como la del martes a la noche.

En el oficialismo quedó algo de desconfianza. Una hora más tarde, Riquelme recibió el llamado de Mauricio Macri, según pudo confirmar Doble Amarilla de diversas fuentes. El Presidente siguió desde el primer día el minuto a minuto de la campaña. Interactuó con pocos actores, pero fue informado de todas las estrategias que se armaban en el equipo chico de Gribaudo. Macri no quiere perder Boca, su bastión de poder, y sabía que una decisión de Riquelme lo podía poner en jaque. Es por eso que decidió llamarlo directamente a Román para repreguntarle sobre su decisión. La respuesta fue la misma que le dio a Angelici: prometió no participar de la elección. 

Ante esos llamados, parte del oficialismo le creyó y respiró tranquilo y parte siguió dudando. “Hay que esperar hasta último momento”, repetían algunos de la mesa chica de Gribaudo. Al mediodía Riquelme habló y le dio la razón a los dubitativos. Por primera vez, el diez se mostró nervioso y titubeante en tv. Quizás al hacer el anuncio, pensaba en la cara del Macri al ver la pantalla de Fox.

El golpe del kirchnerismo

Pero esos no fueron los únicos contactos políticos de Román. En los últimos días, previo a su decisión, el kirchnerismo detectó que no había acuerdo entre Román y el oficialismo. Por eso dos interlocutores intensificaron las charlas con el diez para que se termine de acercar de Ameal. Sergio Massa fue uno de ellos. La relación entre ambos es excelente a tal punto que en algún momento estuvo tentado de aceptar el convite para jugar en Tigre. En esas charlas, el probable jefe de la cámara de diputados le recomendó no jugar con el oficialismo xeneize y le dijo que el próximo gobierno veía con muy buenos ojos la derrota de Macri en Boca. Massa sabe de memoria lo que significa Boca para Macri. Tras las últimas charlas, Massa elevó un mensaje alentador a Alberto Fernández. El otro que desde hace meses viene hablando con Román es Juan Cabandié. El ex legislador tiene una gran relación vía el Chelo Delgado. El mismo Cabandié habría sido quien el fin de semana envió un mensaje del propio Fernández alentando a Riquelme a meterse en la política xeneize de lleno. 

Tras la jugada de Riquelme, internamente en el kirchnerismo empezó la pelea por quién debía colgarse la cocarda de haber expedido el certificado de defunción de Macri en Boca. Hoy Massa y Cabandié se autoatribuyen haber convencido al diez, algo que luce exagerado pero que tiene una cuota de realidad. Algo curioso ocurre con la dupla conformada por Victor Santamaria y Santiago Carreras. Hasta último momento negociaron para ir junto al oficialismo. Sin embargo, a última hora apoyaron la lista de Ameal algo que no habría caído bien a muchos. 

Al mediodía del martes, la mesa chica del oficialismo xeneize ya no tenía dudas de que Alberto Fernández y el kircnerismo habían metido la cola en la elección de la manera más contundente. En esa mesa se preguntaba qué le habrían ofrecido a Román para definirse, quizás partiendo desde lo que el propio Riquelme les pidió a ellos. La explicación de que Riquelme entendía que Macri y Angelici son hombres que están descendiendo en el tobogán del poder y por eso se acercaba al kirchnerismo no convenía a nadie. Las teorías son múltiples, ninguna relacionada a "su amor a Boca".

Pedidos inaceptables

“Román me hizo pedidos inaceptables”, lanzó peligrosamente Beraldi en una misiva a los socios. Esas palabras inmediatamente replicaron en el mundo Boca ya que desde hace un mes está instalado que Riquelme habría pedido una cifra superior a u$s 10 millones para sumarse a algún proyecto político. Horas más tarde, Beraldi aclaró (no le convenía que quedara esa duda) que ese pedido tenía que ver con cargos y no con dinero.

Lo curioso es que en el último mes, off the record, desde las tres listas comentaron que Riquelme pidió dinero o negocios para sumarse. Román no colabora mucho ante estas suspicacias cuando declara. Ayer dijo que las charlas con los candidatos fueron vía el Chelo Delgado, su hermano y Daniel Bolotnicoff, su representante y abogado. El interrogante es, ¿si Riquelme sólo quería negociar condiciones como el manejo total del fútbol, qué hacía en esa mesa haciendo de nexo central el hombre que le consiguió a Riquelme siempre los mejores contratos de su vida? Inédito, al menos para cualquier negociación dirigencial.

Ayer mismo los amigos de Riquelme repetían: “Román estaba asqueado y vio que había demasiada política nacional en el club”. Ese mismo Riquelme es el que en el último mes acumuló en su mesa tantas llamadas políticas de alto vuelo como como charlas futboleras y costillas de asado. Ahora, ya está en el lodo político, habrá que ver cómo lo gambetea.