El fútbol sudamericano vivió un cimbronazo sin precedentes hace 3 años cuando fue epicentro del escándalo de corrupción más trascendente de la historia de este deporte. El FIFA Gate fue un antes y un después para Conmebol y para todas sus asociaciones. Desde la salida de Juan Angel Napout, expresidente de la Confederación sudamericana recientemente condenado por una corte de EEUU a 9 años de prisión tras admitir haber cobrado coimas por u$s 10 millones a cambio de otorgar derechos de televisión, se inició un cambio que intenta sanear una entidad que tenía más pus que fútbol.

Cuando asumió, Alejandro Domínguez puso el foco en cambiar no sólo la imagen vilipendiada, sino en generar un proceso real de normalización. Los expertos en normalización de entidades infectadas de corrupción dividen el camino en tres instancias:  un diagnóstico preciso; la adopción de nuevos procesos claros y su estandarización y la expulsión de las autoridades que obstaculizan el cambio. Cumplir estos tres pasos es central, ya que muchas empresas u organismos maquillan supuestas revoluciones blancas con una simple e insuficiente renovación de autoridades.

Conmebol encaró un proceso bastante ordenado siguiendo esos pasos. Primero ordenó una auditoria para sacar una fotografía respecto a cuánto había avanzado el cáncer de la corrupción en un paciente que ya lucía terminal. La auditoría de la empresa estadounidense Ernest & Young determinó que hubo un fraude contra Conmebol de unos u$s 140 millones por parte de sus expresidentes Nicolás Leoz y Eugenio Figueredo. Ese informe, luego entregado a la Justicia estadounidense, desnudó paso a paso el sistema de corrupción sistémica que imperó durante años. La Justicia norteamericana se encargó de completar la instantánea incluyendo de Napout en el plano.

El segundo paso fue el cambio en los procesos más viciados como el de adjudicación de derechos de televisión. Para este punto, se decidió hacer una licitación tras la cual se adjudicó al consorcio IMG-Perform los servicios profesionales de consultoría en la comercialización, venta y posventa de los activos comerciales de Copa Libertadores y Copa Sudamericana. Las empresas participantes tuvieron que enfrentar un riguroso examen de integridad y el proceso fue auditado por Ernest & Young. Este cambio no sólo trajo la novedad de un nuevo sistema de elección, sino que se innovó en el método de comercialización (por paquetes) para que se garantice un mayor ingreso. Gracias a esta medida, se llegará el año próximo a un récord de reparto de premios para los clubes participantes, que sería de más del doble del actual. Esto demuestra que el dinero siempre estuvo y sólo hacía falta ordenar los procesos para que no se desvíe a cuentas personales.

Quizás el tercer punto es el más complejo y el que ahora debe terminar de encarar Conmebol: avanzar en el recambio dirigencial de figuras más relacionadas al pasado y que boicotean el cambio. 

Sin dudas, FIFA, bajo la presidencia de Giannni Infantino, es el gran sostén de estos cambios en Conmebol. El italo-suizo, además de tener una relación estrecha con Domínguez, sigue paso a paso la ruta de la renovación y muchas veces intercedió para darle un espaldarazo a las políticas impulsadas desde Asunción. Ante este panorama, resulta inentendible cómo aún conserva su lugar en FIFA un funcionario que enfrenta sospechas de corrupción y que es una piedra en el camino refundacional: el uruguayo Wilmar Valdez.

Valdez fue hasta hace unos meses el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), pero días antes de los comicios en los que pensaba ir por su reelección, decidió dimitir al cargo en medio de denuncias de corrupción dejando a la asociación de 118 años de vida sumida en un caos institucional. ¿Pero por qué renunció Valdez al cargo y a la posibilidad de un nuevo periodo? Es que aparecieron una serie de audios que lo comprometían con el supuesto cobro de coimas en la instalación de iluminación de los estadios de Bella Vista, Defensor Sporting, Montevideo Wanderers y Cerro. 

Pero ese no es el único hecho que relaciona a Valdez con el pasado. El expresidente, escudado en los clubes de la Primera División uruguaya, fue el impulsor de la resistencia a la reforma del estatuto de la AUF exigida desde Conmebol y FIFA. Tal como ocurrió con la AFA, a Uruguay se le pide que modifique su carta magna para que los diferentes sectores del fútbol tengan una representatividad real. Esta modificación es incluso pedida y apoyada por jugadores, entrenadores y árbitros. Valdez recibió diversas advertencias, inclusive cara a cara por parte del máximo ente del fútbol mundial, sobre las consecuencias de no encarar los cambios. Tal como informó Doble Amarilla, durante el 68 Congreso Conmebol realizado en el mes de abril en el hotel Hilton de Buenos Aires, Infantino le alertó al uruguayo la posibilidad de intervención de la AUF en caso de no avanzar con las reformas y hasta le advirtió que los clubes y la selección de ese país podrían quedar afuera de toda competición internacional. 

Pese a esto, el expresidente se mantuvo firme y no avanzó con los pedidos. Su renuncia al cargo, sólo hizo acelerar los plazos y, como se preveía, la AUF terminó siendo intervenida por FIFA y es hoy conducida por un Comité Regularizador. La irresponsabilidad de Valdez es doble ya que, además de ser advertido, tenía aún fresco el recuerdo del caso argentino. Teniendo en cuenta las investigaciones en curso y los antecedentes de oponerse y obstaculizar los procesos de reforma delineados desde Suiza, es difícil entender cómo el uruguayo aún conserva una silla dentro del Consejo de FIFA. Cabe recordar que el propio Luis Segura, tras renunciar a la AFA y allanar el camino a la intervención ordenada desde Suiza, dimitió también a su cargo en el Consejo, el mismo al que hoy se atornilla Valdez.

Lo curioso es que horas después de su renuncia, él mismo dio señales sobre una posible dimisión también a su puesto en FIFA, pero luego cuando desde Suiza se decidió la intervención de la AUF tras los fallidos intentos de realizar las elecciones, el uruguayo cambió de opinión haciendo otra peligrosa afrenta a la autoridad de Infantino. ¿Para qué y con qué intenciones quiere Valdez conservar una butaca en un ente al que desobedeció durante meses? 

Este atrincheramiento, no sólo mancha la imagen de recambio de Conmebol, sino que empaña la concordia que tienen hoy los presidentes de sus asociaciones en temas institucionales. Tan a contramano van los presidentes que en las últimas horas se aprobó la realización de un Congreso extraordinario para tratar el tema. Sobre la mesa se expondrá algo obvio, el riesgo de mantener en puestos clave de Conmebol o FIFA a un miembro que ya dio muestras de minar el camino hacia la refundación de un organismo, que de no completar el recambio, aún corre riesgo de volver a terapia intensiva.