(De la redacción de DOBLE AMARILLA) El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez tuvo un tobogán de emociones durante este 2018 que concluye no de la manera que se imaginó cuando en mayo cuando fue reelecto por unanimidad. Es que el sinfín de desbarajustes en los torneos continentales que tuvo como punto culmine la final de la Copa Libertadores entre Boca y River en Madrid.

El primer tramo del año comenzó con un fuerte impulso para Alejandro Domínguez que se mostró muy cerca de Gianni Infantino, lo recibió en Buenos Aires para el multitudinario Consejo de la Conmebol en abril, que tuvo presentes a los principales mandatarios del fútbol del mundo.

Al mes siguiente, en la sede de Luque, exhibió su poder otra vez ante los ojos de su aliado suizo de FIFA, con su reelección, de forma unánime un año antes, para la presidencia de Conmebol en ocasión del 69º Congreso Ordinario.

En una jugada de ajedrez, y con Argentina (AFA) y Brasil (CBF) todavía restableciendo sus estructuras internas, el paraguayo hizo gala de su cintura política y se aseguró un segundo mandato por cuatro años hasta 2022.

De esta manera se consumó el pacto de Lima de marzo cuando los diez presidentes de la región le pidieron a Domínguez que continúe al frente de la entidad del fútbol sudamericano y que se adelanten las elecciones para 2018.

Su programa de “Cuentas Claras” a nivel económico y la licitación de la televisación de los torneos de clubes por cuatro años para duplicar los premios habían sido dos de los ‘caballitos’ de batalla para hacer resurgir al fútbol sudamericano tras el FIFAGate.

Incluso este último giro con un aumento exponencial para los premios de sus competencias desde 2019 había desarticulado la Liga Sudamericana de Clubes, que tenía a Daniel Angelici como principal impulsor y amenaza para la conducción del paraguayo.

Sin embargo, a partir del Mundial de Rusia las adversidades para Conmebol, y en especial para Alejandro Domínguez parecieron multiplicarse. Con elegancia y culpando al Coronel Antonio Carlos Nunes se sorteó el papelón del Congreso de FIFA con la votación fuera del bloque de Brasil para el Mundial 2026, finalmente otorgado a los socios de Concacaf: Estados Unidos, Canadá y México.

Luego llegó la adversidad del resultado deportivo sin equipos sudamericanos en las semifinales de la cita mundial de Rusia, sumado a una final europea con el esloveno Aleksandr Ceferin inflando el pecho y capitalizando el hito en Moscú.

Luego llegaron la serie de desbarajustes, desprolijidades y errores vinculados a las sanciones por cumplir o cumplidas por jugadores para la fase final de las Copas Sudamericana y Libertadores.

Falto de reflejos y respuestas satisfactorias, la conducción de Conmebol sumó varios capítulos que dejaron muy desdibujada su imagen y sumó detractores, fundamentalmente en Brasil, que terminó enfrentado con Domínguez y su liderazgo continental.

La situación de Edwin Oviedo y las acusaciones en Perú que derivaron en su encarcelamiento, el desbarajuste en Uruguay que terminó con la salida de Wilmar Valdez y la designación de una Comisión Regularizadora y el conflicto en Ecuador con la sombra de Paco Casal fueron todos mojones que sembraron una sensación de inestabilidad en Sudamérica y reavivaron viejos fantasmas.

La candidatura para el Mundial 2030 también fue un dolor de cabeza en este semestre para Domínguez. Porque Argentina afronta una retirada pero sin anuncio oficial y con Fernando Marín sosteniendo un discurso vacío. Mientras tanto Paraguay en renovación de autoridades tiene otras prioridades y Uruguay evalúa un plan B en soledad (como una Copa Confederaciones 100 años) ante una eventual caída de la candidatura.

La Superfinal de América con sus tres suspensiones (una por cuestiones climáticas en la Bombonera y dos por las agresiones al micro de Boca en el Monumental) terminaron de minar un fin de año complicado para Conmebol.

La mudanza a Madrid, más precisamente al estadio Santiago Bernabeu, fue la necesidad de encontrar un alivio y un gesto hacia un Gianni Infantino al que hizo viajar a Buenos Aires sin la posibilidad de brindarle un espectáculo deportivo en cancha.

Incluso la última reunión entre Claudio Tapia y su par de Brasil Rogerio Caboblo puede establecer un nuevo eje de poder al que deberá estar atento Domínguez, más allá de la designación de 'Chiqui' como flamante vicepresidente de FIFA a mediados de este año, junto con el también brasileño Fernando Sarney, el colombiano Ramón Jesurún y la ecuatoriana María Sol Muñoz.

Muchos son los desafíos de Conmebol para 2019 pero también están los personales de Alejandro Domínguez, que sueña con trabajar para la reelección de Infantino en París y luego transformarse en su sucesor natural en 2022. A pesar de todo, nadie le quita de la mente el anhelo de ser el segundo presidente latinoamericano de la FIFA luego del ‘eterno’ mandato del brasileño Joao Havelange (1974-1988)…. Aunque para que eso suceda necesita repetir muchas de las cosas del primer semestre de este 2018 y no repetir ninguna de la recta final de este año que se va.