El fútbol entrega todos los días una historia más que interesante para contar. En este caso se trata de un lugar sumamente remoto y lejano, se trata nada más y nada menos que de la República de Islas Marshall, situadas en el medio del Océano Pacífico entre Nueva Zelanda y Hawaii. 

El archipiélago formó parte del Territorio en Fideicomiso de las Islas del Pacífico y estuvo bajo la administración de los Estados Unidos. Alcanzó la independencia completa de acuerdo con la legalidad internacional el 22 de diciembre de 1990, cuando las Naciones Unidas oficialmente dieron por terminado el fideicomiso sobre el territorio, convirtiéndose en uno de los países más jóvenes de Oceanía

Bajo la administración estadounidense, tras la Segunda Guerra Mundial, los distintos gobiernos utilizaron el conjunto de islas como un enorme banco de pruebas de armas nucleares. Llevando al territorio a tener niveles de radiación superiores a los de Chernóbil y Fukushima.

Más allá de este repaso histórico y geopolítico, la novedad en plena pandemia de Covid 19 cuando Shem Livai, ciudadano de las Islas, decidió crear en 2020 la federación de fútbol nacional, con un fin algo particular ‘crear una selección’ un reto algo complicado teniendo en cuenta que en las islas viven poco más de 20 mil varones. 

Para ello contrató a Lloyd Owers, ex entrenador de clubes ingleses, que comentó: "La gente juega a fútbol pero de manera informal. Uno de nuestros objetivos es crear una liga, porque cuanta más personas jueguen, mejores jugadores tendremos".

Antes de crear la Selección, unirse a la FIFA y comenzar a participar en el ámbito internacional, las Islas Marshall deberán afrontar un duro rival: el cambio climático.

Según los últimos estudios realizados en la zona, para 2030 el 40% del país estará bajo agua y en 2050 más del 50% se habrá inundado. Atentos a esta situación Livai y sus muchachos comenzarán la construcción de un estadio situando barreras para impedir que el agua lo acabe barriendo.