Qué fue de la vida de Adriano, el delantero que complicó a la Selección Argentina en la Copa América 2004
Fue uno de los grandes "cucos" que tuvo enfrente la "Albiceleste" en los primeros años del nuevo siglo. Hoy, su vida es motivo de preocupación.
Si hay un delantero que le arruinó la existencia a la Selección Argentina en los primeros años del nuevo milenio ese fue Adriano. El atacante de la Selección de Brasil era un futbolista con una potencia sin igual. Y el equipo entonces dirigido por Marcelo Bielsa lo padeció en lo que pudo ser un título para la “Albiceleste” tras once años de sequía
Con el conjunto pentacampeón del mundo Adriano pudo desplegar todo su talento: jugó el Mundial de Alemania 2006. Además, ganó la Copa América 2004, donde fue goleador y máxima figura con ese recordado gol que le convirtió a Argentina en el último minuto de la final, que llevó el partido al empate 2-2 y por ende a la definición por penales para al año siguiente levantar la Copa Confederaciones como figura excluyente dentro de uno de los mejores combinados en la historia de la Canarinha en su rica historia.
Adriano Leite Ribeiro es considerado el héroe de culto definitivo para una determinada generación de aficionados al fútbol. Brasil ha producido una aparentemente interminable línea de jugadores atacantes talentosos a lo largo de su historia, desde los gloriosos días de Pelé hasta la era actual liderada por Neymar. Pero Adriano fue un caso especial.
Nunca ha habido un delantero que inspirara tanto miedo en sus compañeros como el titán de Río de Janeiro. Era fuerte, extremadamente rápido y técnicamente brillante, con un cañón por pie izquierdo que le valió estadísticas de tiro sobrepotenciadas en Pro Evolution Soccer.
Surgido del Flamengo, donde fue incluido en el Salón de la Fama del Maracaná, debutó en el año 2000 en Primera. Su gran desempeño captó la atención de un gigante de Europa: Inter de Milán lo compró por más de 13 millones de euros.
En 2004 llegó al “Nerazzurri” (previos préstamos en Fiorentina y Parma) y comenzar su época de oro. En Inter ganó dos Copas de Italia, dos Serie A y tres Supercopas entre 2004 y 2008. Se convirtió en uno de sus jugadores más representativos ya que, tal como se decía en ese entonces, tenía"la capacidad goleadora de Ronaldo, la fuerza de Ibrahimovic y la potencia de disparo de Roberto Carlos".
El duro presente de Adriano
El ex crack de la Selección de Brasil escribió una durísima carta en la que relató la infelicidad con la que vivió en su vida personal, los traumas familiares, sus problemas con el alcohol y la necesidad de regresar a la favela de su infancia, en The Players Tribune.
“¿Sabés lo que se siente ser una promesa? Lo sé. Incluyendo una promesa incumplida. El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Disfruto de este estigma. No tomo drogas, como intentan demostrar. No me gusta el crimen, pero, por supuesto, podría haberlo hecho. No me gusta ir a discotecas. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio, el kiosco de Naná", inició autodefiniéndose el brasileño.
Por otra parte, mencionó la desgarradora situación que sufrió con su padre: “Le dispararon en la cabeza en una fiesta en Cruzeiro. Una bala perdida. La bala entró por su frente y se alojó en la parte posterior de su cabeza. Los médicos no tenían forma de sacarla. Después de eso, la vida de mi familia nunca fue la misma, mi padre comenzó a tener convulsiones frecuentes. ¿Alguna vez has visto a una persona sufriendo un ataque epiléptico frente a ti? No quieres verlo, hermano. Da miedo”.
“Bebo cada dos días, sí. (Y los otros días también). ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás, pero aquí va una: bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y a mi edad, esto es aún peor”, admitió Adriano.
Por último, habló sobre la Villa Cruzeiro: “Es un lugar muy peligroso. La vida es dura. La gente sufre. Si me detengo a contar todas las personas que conozco que han fallecido de forma violenta, estaríamos aquí hablando días y días... Aquí camino descalzo y sin camiseta, solo con pantalones cortos. Juego al dominó, me siento en la acera, recuerdo mis historias de infancia, escucho música, bailo con mis amigos y duermo en el suelo. Veo a mi padre en cada uno de estos callejones"