En el cierre del fin de semana, se anunciaba la creación de la Superliga Europea, una competencia que aspira a tener 20 equipos que compitan en dos zonas a lo largo de 20 semanas en el año. El trasfondo de este anuncio involucra al JP Morgan, que decide ofrecer financiamiento mediante una operación de unos €6 mil millones, ofreciéndoles a los clubes participantes a razón de unos €240 millones garantizados por temporada. Real Madrid, Barcelona, MiIan, Juventus y los equipos de Manchester, entre otros, figuran como creadores de esta competencia y prometen ser ellos mismos los administradores de la disputa.

Todas las noticias positivas que tratan de fomentar los clubes creadores de esta iniciativa, contrastan con las negativas que empezaron a aparecer de confederaciones, federaciones, ligas y de muchos clubes que no participan o no la aceptan. Pero analicemos de qué se trata y cuan viable podría ser.

La Superliga supone una competencia “cerrada”, con 15 clubes como mínimo que participarán siempre, independientemente de cómo sea su presente deportivo. Pretende jugar sus partidos entre semana, razón que la hace incompatible con la Champions League o la Europa League. Si algún día esta nueva competencia viera la luz, los clubes con mejores presentes deportivos de Europa podrían no estar enfrentándose. Además, no podría participar nunca más en la Champions su máximo ganador (Real Madrid) y 4 de los 5 con más títulos (incluido en esta lista además del Real Madrid, Milan, Liverpool y Barcelona).

Una competencia con 20 equipos y más de 3 veces los premios que otorga la Champions supone mejoras económicas para los participantes. Pero la industria del fútbol seguramente será más pobre.

En tiempos donde los derechos audiovisuales (los que hicieron crecer este negocio los últimos años) parecen estar tocando su techo bajo estas plataformas, será muy complejo agrandar el negocio para todos. Los clubes de las Ligas Europeas administran casi €30 mil millones año tras año, y solo las 5 más grandes (Inglaterra, España, Alemania, Italia, Francia) generan por derechos audiovisuales unos €9 mil millones. Tener más competencias no agrandará esta torta para que todos estén mejor. Por el contrario, muchos estarán mucho peor. Que exista una nueva liga, que además compita por el mismo público que ve fútbol perjudicará el negocio de muchos, en detrimento del negocio de unos pocos. Si prosperara esta idea, el negocio del fútbol cambiaría definitivamente, aunque este cambio no implique mejoras.

Algunos grandes de Europa se ilusionan por participar de esta nueva iniciativa. Suponen que con más dinero estarán mejor. Seguramente en un primer tiempo así lo sientan. El resto de los clubes serán más pobres y estarán peor. Las diferencias de ingresos serán más notables, las competencias locales más aburridas y, por ende, menos atractivas al público que es quien permite se generen estos ingresos.

Liverpool habiendo ganado la Champions de 2019, obtuvo premios por más de €110 millones. Lo logró luego de haber competido en la Premier, sacar más puntos que todos a lo largo de las 38 semanas y luego dejando en el camino a equipos como Barcelona o Bayern. La Superliga le garantiza más de dos veces ese dinero, pero sólo por participar. Quienes compitan en la Premier con los diablos rojos, estarán perjudicados. No sólo por la diferencia de ingresos, sino también por la inflación de costos que esto generaría.

Además de dinero, hay pasiones en este negocio. Será difícil para un fan del Milan o la Juventus verse en un campeonato europeo en la zona baja de la tabla de posiciones y no participando por nada, salvo los millones de euros que se lleve su club. Más complejo aún es que la FIFA o la UEFA se permitan perder el control de la organización del fútbol y que la competencia pase a estar administrada por los mismos que deben medirse entre semana.

Los clubes que son grandes lo son porque existen los medianos y los chicos. Los que luchan por ganar un campeonato, los que luchan por entrar a una copa o los que luchan por no descender hacen a una competencia atractiva, dinámica y Superliga, se modificarían. Los grandes tendrían que aprender a pensar en ser chicos en la nueva liga.

El futbol sería más pobre y algunos clubes un poco más ricos. Pensar en un fútbol más grande es permitir que todos crezcan a la vez, no en que algunos se salven, mientras otros se hunden. Más allá de los millones, será muy complejo poder ver desarrollar esta iniciativa. Generaría un cambio para pocos en Europa, que los sufrirían muchos en el mundo. Quienes administran el fútbol a nivel global, no pueden permitirse perder ese control.