La creación de la Superliga Europea de Clubes agitó el avispero. Y en ningún otro lado como en Inglaterra. Es que, en el país británico, el Gobierno que lidera Boris Johnson tomó la creación de la ESL como el pistolazo de salida para avanzar sobre los clubes. La administración británica quiere impulsar que los clubes de la Premier League adopten el "modelo alemán".

El tan mentado "modelo alemán" consiste en que los clubes sean propiedad de sus socios en un 51%. Esto recorta el poder de decisión absoluto de los dueños de los clubes y hace que los capitales extranjeros no puedan decidir sobre el devenir de las instituciones, por ejemplo, en firmar el ingreso a un torneo como la Superliga Europea de Clubes.

Para esto, el ataque es por dos frentes. Por un lado, el Gobierno británico, que incluso advirtió, a través de Oliver Dowden, su Secretario de Deportes, que todos los partidos políticos están dispuestos a discutir en la Cámara de Representantes un proyecto para redistribuir de forma más equitativa el dinero de la TV, lo que significaría un golpe en los tobillos para el Big Six, que ostenta ese lugar más por su poderío económico que por su tradición futbolera. 

Al mismo tiempo, las organizaciones de hinchas juegan un papel central, alineados con el Gobierno, son el brazo armado del pedido de virar hacia el modelo "alemán". Hinchas de los 20 equipos que integran la Premier League estuvieron de acuerdo en boicotear el proyecto de la ESL. Los del Chelsea y Liverpool ganaron las calles pidiendo que sus propios clubes salieran de la Superliga.

Ahora, los del Manchester United, aún con la ESL en "stand by" o diluida, siguen ejerciendo presión: bloquearon ambos ingresos al centro de entrenamiento de Carrington con banderas en las que se leía "51% MUFC" y "We decide when you play" ("nosotros decidimos cuando juegan"). Además de otra que dejaba leer "Glazers Out", en alusión a la familia Glazer, empresarios de origen Estadounidense, dueños del Manchester United, en especial Joel, el CEO del club. 

Ante esta protesta, según reporta la prensa inglesa, el gerente de instalaciones de Carrington salió a hablar con los manifestantes. El grupo le dijo que quería hablar con Ole Gunnar Solskjaer, el DT del primer equipo, incluso, afirmaron que se quedarían allí hasta que el noruego saliera a hablar con ellos.

El técnico finalmente salió junto a su cuerpo técnico. Escuchó del grupo de manifestantes un reclamo, acerca de dónde había desaparecido su voz, ya que en 2005 él también apoyaba la idea de la salida de los Glazers del club. Le preguntaron cómo podía haber cambiado de parecer de cuando era jugador a ahora, que ostentaba un puesto mayor como el manager. El noruego respondió que Joel (Glazer) "ama el club". Los manifestantes -separados de Solskjaer por una patrulla policial y una van antidisturbios- le dijeron que no necesitan una lesión de historia por parte de él y que Joel ama, en realidad, el dinero que saca del club. 

Y esto es sólo una parte de la movida que generó el tema en Gran Bretaña, dónde incluso la prensa señala que, más allá de los malos resultados, Daniel Levy resolvió echar a José Mourinho por la oposición del DT portugués a que su equipo se plegara a la Superliga. 

El tema promete traer más tela para cortar en los próximos días, porque el Gobierno, alineado con hinchas, prensa y gran parte de las instituciones del fútbol inglés, promete ir a fondo en busca de un reparto del ingreso de TV más equitativo y de volver a poner a los clubes, mayoritariamente, en manos de sus socios e hinchas.