(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) Jorge Pinos, arquero de Independiente del Valle no tuvo una vida fácil hasta llegar a su consagración. Si bien hoy disfruta su presente como campeón de la Copa Sudamericana, años atrás su vida fue diferente...

Luego de unas pobres actuaciones en Barcelona de Guayaquil en 2012, pasó por varios equipos de la segunda categoría ecuatoriana. En 2016 lo engañaron: sus representantes le comentaron que iba a emigrar a Hungría pero no ocurrió. Viajó a Brasil para tramitar el papelerío pero se dio cuenta que el viaje era mentira.

Luego, un terremoto en la ciudad en la que vivía su familia, Manta, lo obligó a trabajar para ayudar a sus allegados. Primero trabajó de chofer por alrededor de un mes. En su pueblo natal, Quevedo, consiguió empleo en el circo de un amigo: él conducía el show mientras que su mujer vendía mangos en las tribunas, con su ayuda. Pero como si esto no fuese poco, atendía el bar en la escuela de su hijo.

Mientras tanto, el fútbol siempre quedó como un anhelo y él mismo relató que sufría por no jugar. Entonces, su amigo lo llevó a Santa Rita en 2017, un equipo de la Serie B de Ecuador, donde volvió a jugar y completó una buena campaña. Técnico Universitario se fijó en él en 2018 y comenzó a dar el salto, hasta que llegó Independiente del Valle.

Su actuación en la final de este sábado fue clave. Cuando el equipo ganaba 2-0, el elenco Sabalero tuvo la chance de acortar distancias tras un penal que remató el "Pulga" Rodríguez, pero Pinos lo frenó y se consolidó como el "uno" campeón. La vida dio vueltas y vueltas con él, pero terminó en sus sueños, en el fútbol y alcanzando la gloria máxima, levantando una Copa.