(De la Redacción de DOBLE AMARILLA) CSA Steaua y Academia Rapid, dos equipos de la cuarta división de Rumania, disputaban un partido fundamental para sus aspiraciones de ascenso. El encuentro, que tuvo lugar en el Estadio National Arena de Bucarest, se vio manchado por una batalla campal de grandes proporciones que acabó con la detención de cien personas y con varios heridos. A pesar del enfrentamiento, el árbitro, increíblemente, no suspendió el encuentro en ningún momento.

El partido empezó con un aviso de tormenta; tras el arranque, la voz del estadio pidió que los hinchas ''no usen ningún tipo de pirotecnia''. Los fanáticos hicieron oídos sordos al anuncio y el humo y las bengalas cobraron protagonismo. A los tres minutos, se dio el primer incidente. Pero el desastre empezó a los 25 minutos: tras un rato de insultos entre las hinchadas, 20 fanáticos del Steaua se dirigieron a la tribuna rival con el objetivo de agredir físicamente a la facción del RapidSillas y palos fueron los nuevos elementos que entraron en escena. Ante esto, los gendarmes ingresaron poco a poco en la zona para detener la trifulca a base de gases lacrimógenos.

Luego de un rato, las autoridades lograron instalar la paz nuevamente. La batalla tuvo un saldo de cien detenidos y varios heridos. Tras el final del enfrentamiento, el árbitro Marcel Barsan decidió reanudar el encuentro, que debió ser intervenido dos veces más. El partido logró llegar a su culminación con victoria del visitante, Academia Rapid, que venció por 3-1 a su rival y se afianzó en la punta de la cuarta división.