Si bien muchas veces se vio a varios de los miembros de la Selección Argentina, a él no se lo vio llorar. Estaba contento. Lionel Messi se abrazó con sus compañeros y se dirigió a donde estaba su familia, con una sonrisa inmensa y les dijo con señas “Ya está”. El objetivo estaba hecho. Leo no tuvo lágrimas. Hasta ahora…

Hernan Casciari, una de las plumas más destacadas del país, realizó un texto llamado “Messi y su valija”. El relato del autor se hizo viral y llegó a los oídos del capitán de la Selección Argentina. Y las lágrimas no se pudieron contener más. 

El ‘10’ argentino le envió un mensaje a Andrés Kusnetzoff, conductor del envío donde Casciari es columnista, para contarle sus sensaciones a ambos, y a los oyentes de “Perros de la Calle”: “Andy ¿Cómo andás? Te quería mandar este mensaje porque nos levantamos con Anto. Nos pusimos a tomar mate y a mirar Tik Tok. Después Anto me mostró lo que había escrito Hernán, lo que contó y como lo contó. La verdad que fue impresionante”, contó la ‘Pulga’.

Y agregó: “quería que sepas que nos pusimos a llorar los dos. Es muy cierto lo que cuenta, fue muy emotivo. Quería mandarles un saludo a los dos, que sepan que lo escuchamos y que nos emocionamos mucho. Les envío un abrazo a los dos y nuevamente gracias”, sintetizó un Lionel emocionado por verse reflejado en el relato.

Tweet de Perros de la Calle

Hernan Casciari se emocionó y agradeció las palabras del Campeón del Mundo por las palabras y el reconocimiento a su texto: “Es el ‘ya está’ que hace Lionel cuando ganaron la Copa del Mundo. Como tipo que escribe historias, esto es un techo. Que ellos puedan escuchar algo que nos pasó a todos en los primeros 2000, ellos incluídos, es muchísimo. En lo personal es un techo”, destacó. Lo cierto es que la Copa del Mundo sigue trayendo momentos emocionantes, aún días después de haber sido levantado por el mejor jugador del planeta

El texto que emocionó a Lionel y Antonela

“Yo me acuerdo que los sábados del año 2003. A la mañana. En el canal TV3 de Cataluña, se transmitía en directo los partidos de las inferiores del Barcelona. Los sábados a las 11:30 y los domingos a las 9:30. En los chats de argentinos emigrados se repetían dos preguntas: ‘¿Cómo hacemos dulce de leche hirviendo lata leche condensada?’ y ‘¿a qué hora juega el chico rosarino de 15 años que hacía goles todos los partidos?. Eran las dos preguntas más hechas. En la temporada 2003-2004, Lionel Messi jugó 37 partidos y convirtió 35 goles: el rating matutino de la TV catalana, esos sábados, superó al nocturno. Mucha gente empezaba a hablar de este nene. En las peluquerías, en los bares y en las tribunas del Camp Nou. El único que no hablaba era él”.

“En las entrevistas post partido, ese nenito todas las preguntas las respondía con un sí o con un no. A veces decía ‘gracia’ y después bajaba la vista, no hablaba mucho. Los argentinos emigrados hubiéramos preferido a un charlatán, pero había algo bueno cuando por fin hilvanaba una frase más o menos larga, se comía todas las eses y decía ful en lugar de falta, y decía ‘gambeta’ en lugar de ‘regate’. Descubrimos, con alivio, que era de los nuestros, de los que teníamos la valija sin guardar”.

Un adelanto de «La valija de Lionel», una crónica que saldrá en la próxima revista Orsai

“En esa época había dos clases de inmigrantes en Barcelona: los que guardaban la valija en el ropero, ni bien llegaban a España, decían ‘vale’, ‘tío’ y ‘hostias’. Y los que teníamos la valija sin guardar manteníamos las costumbres, como por ejemplo el mate o el yeísmo. Decíamos yuvia, decíamos caye, para no olvidarnos. Empezó a pasar el tiempo para todos. De repente ese nenito se transformó en Messi, el 10 indiscutido del Barça. Llegaron las Ligas, las Copas del Rey y las Champions. Y tanto él como nosotros, los inmigrantes, supimos que el acento era, de todas las cosas, lo más difícil de mantener”.

“A todos nos costaba mucho seguir diciendo gambeta en vez de regate, pero al mismo tiempo sabíamos que era nuestra trinchera final seguir manteniendo esa manera de decir las cosas. Y Messi fue nuestro líder en esa batalla. El chico, aquel que no hablaba, nos mantenía viva la forma de hablar”.

“Celebrábamos sus goles, claro. Pero celebrábamos que, en el vestuario, siempre tuviera el termo y el mate. De repente era el humano más famoso de Barcelona pero, igual que nosotros, nunca dejaba de ser un argentino en otra parte. Qué maravilla fue cuando tuvo el desplante de ir a jugar los Juegos Olímpicos sin permiso del club. Sus navidades siempre en Rosario, a pesar que tenía que jugar en enero. Todo era un guiño para nosotros, los que como él tuvimos que llegar en los 2000 al extranjero. Messi nos hizo felices de una forma tan serena, y tan natural, y tan nuestra, que cuando empezaron a llegar los insultos desde Argentina no lo podíamos entender". 

"Le decían“Pecho frío. Solamente te importa la plata. Quedate allá. No sentís la camiseta. Sos gallego, no argentino. Si alguna vez renunciaste, pensalo otra vez. Mercenario. Viví quince años lejos de Argentina, y no se me ocurre pesadilla más espantosa que escuchar voces de desprecio que llegan del lugar que más amás en el mundo. Ni dolor más insoportable que oír, en la voz de tu hijo, la frase que escuchó Messi de su hijo Thiago cuando tenía seis años: ‘Papá, ¿por qué te matan en Argentina?’. Se me corta la respiración. Mi hija es Catalana. Si ella me dijera algo asi yo terminaría invadido por el rencor, no podría seguir viviendo”.

“La renuncia de Messi a la Selección Argentina fue casi un alivio para nosotros, los inmigrantes. No podíamos verlo sufrir así, porque sabíamos cuánto amaba a su país y los esfuerzos que hacía para no romper el cordón umbilical. Fue como si hubiese sacado las manos del fuego. No las de él, las nuestras. Las de los inmigrantes que teníamos que escuchar esas críticas indolentes”.

“Ahí ocurre, creo yo, el hecho más insólito del fútbol moderno: la tarde de 2016 en que Lionel se cansó de los insultos y decidió renunciar, un chico de quince años le escribió una carta por Facebook que terminaba diciendo: ‘Pensá en quedarte. Pero quedate para divertirte, que es lo que esta gente te quiere quitar’. Siete años después, Enzo Fernández, el autor de la carta, resultó el jugador revelación del Mundial que ganó Lionel Messi. Porque Messi volvió despues de esa renuncia. Lo dijo él mismo, volvió para que los chicos que le escribían esas cartas no piensen que rendirse era una opción”.

“Al volver, ganó todo lo que le faltaba, todo lo que importaba ganar y cerró las bocas de sus detractores. Aunque algunos, incluso, lo encontraron ‘por primera vez vulgar’ frente a un micrófono. Fue cuando dijo: ‘Qué mirá’, bobo, andá payá'. Para nosotros, los inmigrantes que vigilamos su acento durante quince años, fue una frase perfecta, porque se comió todas las eses y su yeísmo sigue intacto. Nos alegra confirmar que sigue siendo el mismo que nos ayudaba cuando estábamos lejos de casa”.

“Ahora algunos inmigrantes ya volvimos; otros se quedaron. Pero todos disfrutamos ver a Messi volver a su casa con la Copa del Mundo en su valija sin guardar. Esta historia épica jamás hubiera si el Lionel de 15 años hubiera escondido la valija en el ropero. Si hubiera cambiado su acento, si olvidado su lugar en el mundo. Por eso la humanidad entera deseabaque él saliera Campeón del Mundo. Porque nunca la humanidad había visto en la cima del mundo a un hombre sencillo, a un tipo cualquiera”

“Y ayer, como cada año, Messi volvió de Europa para pasar la Navidad con su familia en Rosario, para saludar a sus vecinos, como siempre. Sus costumbres no cambian. Lo único que cambia es lo que nos trajo en la valija…”.